El grupo terrorista liderado por el califa Bagdadi viene editando una revista en inglés dirigida mayoritariamente a sus seguidores occidentales. Se llama Dabiq, va por el número 9 –el primero apareció en julio del año pasado– y llama la atención por la calidad de su diseño y edición y su atractivo visual.
Pues bien, el gran enemigo islamista del Estado Islámico, el Frente al Nusra, filial siria de Al Qaeda, ha decidido disputarle también este terreno con la revista Al Risalah ("la carta" en árabe), que también presenta una factura de primer nivel.
Al Risalah trata de justificar la barbarie del Frente desde un punto islámico. En eso no se distingue de lo que hace Dabiq por el Estado Islámico. Ahora bien, junto a artículos que difunden una versión pretendidamente piadosa del islam, según lo entienden estos radicales, Al Risalah se vuelca en deslegitimar al califa Bagdadi y a su organización, a la que presenta como un grupo herético ajeno a las verdaderas enseñanzas del Profeta. Aquí es donde radica el principal interés de este primer número del magazine de la filial siria de Al Qaeda.
El ataque más contundente al Estado Islámico se recoge en el reportaje "Un año de califato", cuyo autor, un tal Abu Faruq al Muhayir, hace un repaso a los orígenes y trayectoria de la organización, que contrasta con las opiniones censoras de numerosos clérigos contrarios a las pretensiones del sedicente califa Bagdadi. Los eruditos citados en el artículo rechazan que Bagdadi sea el califa profetizado, el imán llamado a unir a todos los musulmanes bajo una misma autoridad para vencer a los infieles e imponer la fe coránica a toda la humanidad.
En Al Risalah se sorprenden del rechazo de la juventud a estas advertencias de los sabios, considerados "seniles" y pasados de moda. "Los eruditos son los herederos del Profeta", dice el Corán, pero la juventud islámica rechaza sus enseñanzas con una actitud insultante que escandaliza a los responsables de este nuevo magazine:
Tras la proclamación del califato, decenas de hombres y mujeres jóvenes hicieron las maletas, mintieron a sus padres y se dirigieron a la tierra sagrada de Shaam [término que hace alusión al Levante mediterráneo y que, aunque actualmente se equipara a Siria, comprende también Israel, los territorios gestionados por la Autoridad Palestina, Gaza, Jordania, el Líbano y parte de Turquía]. Y para todos aquellos que no pudieron hacer el viaje, Twitter y otras redes sociales se convirtieron en la plataforma donde expresar su eterno amor, aprecio y apoyo al califato y su califa. Los que se opusieron al califato, clérigos o laicos, fueron objeto de duras palabras, lenguaje soez, calumnias y acusaciones de herejía. Para estas personas, el califato era legítimo y, a sus ojos, no puede ser ni hacer nada malo.
El rechazo de los redactores de Al Qaeda al califato de Bagdadi es radical, afecta incluso a la manera en que se proclamó:
Las escrituras [coránicas] indican que una persona no puede declararse a sí misma líder del pueblo a menos que los musulmanes sean consultados.
A esta ausencia de legitimidad en origen Al Risalah añade una acusación contra la manera de ejercer ese poder. Un califa, explica el artículo, tiene como principal misión unir a todos los musulmanes; sin embargo, los hombres de Bagdadi decapitan a otros combatientes de grupos islámicos y muestran sus cabezas clavadas en picas para público escarmiento. "¿Son esas las acciones de un califa?", se pregunta el autor del texto.
No obstante, se reconoce la labor del califato en la batalla contra los infieles occidentales:
Hay que destacar que Bagdadi y sus hombres han hecho un muy buen trabajo en Siria e Irak. Han matado a innumerables soldados del régimen y liberado a nuestros hermanos y hermanas de oscuras prisiones. Han promovido con firmeza el concepto de la yihad y han despertado a los musulmanes de su profundo letargo para dejar la comodidad de sus hogares y combatir en el sendero de Alá. Sin embargo, al mismo tiempo han cometido grandes atrocidades contra musulmanes, y por eso nos vemos obligados a hablar en contra de ellos.
Para Al Qaeda, en última instancia una organización terrorista similar al EI, el problema con los criminales de Bagdadi no es que persigan, violen y ejecuten a inocentes, sino que ataquen también a otros criminales.
Esta hemiplejía moral queda de manifiesto también en el análisis que la revista hace de algunas ejecuciones señeras del Estado Islámico, criticables no por su maldad intrínseca sino por las consecuencias prácticas que han acarreado al terrorismo islamista. Y es que el asesinato de inocentes por parte del Estado Islámico, acciones jaleadas por los jóvenes que lo apoyan, ha tenido como consecuencia el endurecimiento de la respuesta militar de Occidente:
Estos jóvenes, insensatos e imprudentes soldados del Estado Islámico, junto con sus colegas bocazas en las redes sociales, están tan consumidos por su odio hacia el mundo occidental que no son capaces de ver cómo sus acciones (y palabras) afectan a la Ummah [la comunidad de creyentes mahometanos] que afirman proteger.
Bagdadi ha tomado repetidamente una decisión errónea tras otra, desde el asesinado de Alan Henning [el cooperante británico decapitado en octubre de 2014] al envío de más de mil hermanos a la muerte en Kobani. Ha reducido el concepto de la yihad al mero derramamiento de sangre y dedica la mayoría de sus esfuerzos a enfadar a los kuffar (infieles) a expensas de vidas musulmanas, sin tener en cuenta si eso es conforme con los principios islámicos o no.
En la página siguiente, y a modo de aldabonazo a sus conclusiones, la revista muestra las fotografías de cuatro líderes del Estado Islámico, todos ellos pertenecientes al partido Baaz de Sadam Husein, ignorantes de las leyes coránicas y conocidos por aprovecharse de su posición en el Ejército iraquí para masacrar a otros musulmanes y quedarse con sus pertenencias. Es un intento indisimulado de subrayar el carácter herético de la organización de Bagdadi también en el terreno mediático, el campo de batalla en el que Al Risalah, la revista de Al Qaeda, va a combatir al Estado Islámico.
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