En el debate televisivo entre los cabezas de lista de los principales partidos españoles al Parlamento Europeo, D. José Borrell, que al parecer esta vez sí va a llegar a las elecciones como candidato de su partido, dejó claro que además del antiamericanismo consustancial a la izquierda europea, su proyecto político es la Europa social, cuyo paradigma ha sido siempre el modelo francés.
Pues bien, estos días, el país vecino hierve nuevamente con las reivindicaciones sociales de los representantes de la cultura y del pensamiento. Solucionado el problema social de los “discontinuos del espectáculo” —varios miles de actores que a pesar de trabajar únicamente en el verano van a cobrar un sueldo del gobierno todos los meses durante toda su vida—, una amenaza aún mayor se cierne sobre la conciencia social gala.
“Los intelectuales franceses han hecho suya una nueva causa que describen como un asunto que distingue a una sociedad moderna: El derecho a dormir más.
Filósofos, autores y científicos han juntado sus fuerzas en una campaña por el derecho a echar una cabezada, argumentando que el cansancio es una de las mayores amenazas para el mundo desarrollado, y particularmente para Francia. Dicen que el síndrome está exacerbado en Francia por culpa de la angustia que provoca la globalización.”
Ajenos a este nuevo desafío de la globalización, los recientes miembros de la UE procedentes de la Europa del Este, por el contrario, centran sus esfuerzos en mejorar su economía y el nivel de vida de sus ciudadanos con medidas tan poco sociales como la reducción de impuestos a la actividad económica. Esto demuestra que 60 años de ingeniería social bajo la férula comunista, no han logrado acabar con el sustrato liberal que esas naciones mantienen desde el Siglo XIX.
“Los miembros más recientes de la UE están utilizando el recorte de impuestos a las empresas para ganar una cuota mayor de inversiones en Europa, metiendo presión al presidente francés, Jacques Chirac, y al alemán, Gerhard Schroeder, por considerar que la reducción de impuestos estimula el crecimiento y eleva los niveles de empleo.
Compañías como Volkswagen AG —el mayor fabricante de coches europeo—, Peugeot Citroen, y Siemens AG, están construyendo factorías y empleando trabajadores en los ocho países del este de Europa que se han sumado a la UE el 1 de mayo. La media de las tasas impositivas en esas naciones es del 19%, la mitad que Alemania, y casi la mitad también que Francia, que aplica un 34%.
Chirac y Schroeder respondieron en un discurso del pasado 13 de mayo sugiriendo a las naciones del este que debían empezar a subir los tipos impositivos o prepararse para ver reducir las ayudas de los países occidentales. Francia y Alemania tienen un margen limitado para bajar los impuestos sin reducir el gasto, porque sus déficits presupuestarios exceden el techo del 3% del PIB establecido para los 12 países del Euro.”
Estos son básicamente los dos modelos que definirán la política económica de la UE en el futuro. Pase lo que pase en las elecciones del día 13 de junio, con el nuevo gobierno estamos condenados a sumarnos al eje París-Berlín y a la llamada Europa social. No obstante, es necesario que se sepa que hay otra Europa: la del respeto a la iniciativa privada, la de los bajos impuestos y la del gobierno limitado. En definitiva, una Europa liberal que se rebela contra los abusos políticos de quienes se llaman a si mismos “europeístas”. Si es cierto que «por sus obras se les conocerá», el “europeísmo” se ha convertido hoy en una secuela burocrática y llevadera del socialismo, contra la que conviene quedar prevenidos y vacunados. Por eso, contra el europeísmo y el socialismo, lo europeo y lo liberal. Europa no puede traicionar otra vez a las democracias del Este.