El centro derecha español tiene una vocación suicida sólo equiparable a la de algunos miembros de la Conferencia Episcopal, estos últimos espoleados por el cardenal Bertone, de cuyas divertidas andanzas nos ocuparemos in extenso en estas mismas páginas próximamente. Pero no crean que se trata de una afección padecida sólo por la cúpula del gran partido de la derecha española. Ojalá fuera así, pero lo cierto es que el Partido Popular actúa en todos los sitios exactamente igual, sobre todo en aquellos que gobierna.
Lo ocurrido estos días con el comunicador de referencia de los votantes del PP pasa continuamente en otros muchos lugares. Actualmente no hay televisión regional en feudo pepero, tal vez con la excepción de Telemadrid, que no tenga proscrita en su nómina de colaboradores a los columnistas, periodistas e intelectuales que defienden las ideas liberales en los medios de comunicación. Créanme, lo digo por larga y muy divertida experiencia.
Los dirigentes del PP te llenan de babas en privado, pero a la hora de la verdad, con ellos sólo trincan los defensores del socialismo de todo pelaje y condición, cuanto más extremo mejor. Joder con los progres, gane quien gane ellos triunfan siempre. Pero no seré yo quien los critique. Si les llenan de dinero y gabelas por insultar diariamente a sus jefes, felices de dar esa imagen de "pluralismo", hacen muy bien de explotar el chollo mientras les dure.
En todo caso, el PP debería cuidar un poquito más a quienes defienden el ideario de sus votantes (los dirigentes, a fecha de hoy, no sabemos qué piensan), no ya por una cuestión elemental de lealtad sino por inteligencia política. La gente normal, la que madruga por las mañanas y saca adelante el país, tiene ciertos principios y no encaja bien verlos pisoteados por aquellos a quienes votan. Lo digo porque todavía esperamos a que un dirigente de la calle Génova se pronuncie sobre el cese del principal comunicador de la derecha española. Las únicas voces de ese entorno manifiestan su absoluta satisfacción con la decisión de los heresiarcas episcopales, como un pintoresco representante del aznarato, cuya empresa ha participado en sonados pelotazos urbanísticos al socaire del poder (por ejemplo en Murcia), y estos días acusa a la víctima de Bertone y Rajoy de ¡beneficiarse privadamente de su relación con la COPE!
¿Usted se imagina a Pepiño Blanco querellándose contra Gabilondo o a Zapatero exigiendo la marcha de Wyoming de La Secta? Yo tampoco, por grande que fuera la supuesta ofensa padecida por los primeros. La izquierda no tiene moral, pero sabe cómo ganar las elecciones. Con la derecha española ocurre lo contrario en ambos casos y no le importa dejar tras de sí un reguero de víctimas cada vez más nutrido. Aquí, o nos hacemos todos progres o habrá que ir pensando en pasar a la clandestinidad. La diferencia con la situación que vivimos ya no puede ser tan grande.