Nada es casual. Al contrario, desde el 11-M (si no antes), las piezas van cayendo una tras otra en su sitio correcto hasta formar una imagen completamente nítida. Sorprende en un gobierno caracterizado por la insolvencia atropellada de sus miembros, pero en el guión elaborado para conservar el poder, todos los pasos se van cumpliendo con precisión quirúrgica, sin lugar a la menor improvisación.
La mayor parte de la operación ya ha sido realizada con éxito. Se ha envilecido a un país entero, que ha aceptado la rendición ante una banda terrorista con el expediente del famoso proceso de paz. El único escollo que aún queda para finalizar esta singladura de la vileza es la Asociación de Víctimas del Terrorismo, para la que el gobierno está preparando, en el momento de escribir estas líneas, un golpecito de estado. El segundo en el global de la eliminatoria.
Nada es casual. Ni siquiera la afición al insulto caricaturizado del hermano cortito del ministro, estrambote adecuado a la campaña iniciada por el Comisario Peces y nuestra Hebe de Bonafini. Las presiones hacia la junta directiva de la AVT han sido constantes desde que ZP decidió que nos rendíamos a los terroristas, incluida la denegación de las subvenciones que con tanta alegría se conceden a los más diversos kolectivos de la secta progre, a pesar de que si preguntaran a quienes pagamos impuestos, la mayoría preferiría que el dinero fuera a la asociación que preside don Francisco José Alcaraz antes que a los bolsillos de los hermanos Almodóvar, aceptando el sacrificio de renunciar durante unos años a financiar mancomunadamente el excelso cine español.
Pilar Manjón preside una asociación de afectados por el 11-M cuyo objetivo, según declaró en una entrevista al órgano de su partido, "Mundo Obrero", no es la defensa de los afiliados y la búsqueda de los culpables, sino conseguir que "los cuatro de las Islas Azores (Bush, Blair, Aznar y el presidente de Portugal) sean declarados criminales de guerra". Sin embargo, aquí quien politiza a las víctimas no es la señora Manjón, sino Alcaraz, por su manía de oponerse a la rendición ante el terrorismo.
Pero ni siquiera la figura del actual presidente de la AVT es lo sustantivo en este momento. Lo es el respeto debido a todas y cada una de las víctimas del terrorismo. Mientras haya una sola de ellas opuesta a la negociación con la ETA ningún gobierno tiene autoridad moral para rendirse. Ni siquiera aunque otro presidente de la asociación, más próximo a ese nuevo criterio, gane la votación con el cien por cien de los votos. Hablamos de respeto a la memoria de los asesinados. No es cuestión de mayorías, sino de dignidad nacional.