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Pablo Molina

El Gobierno que iba a ampliar derechos

Dejemos sentado, una vez más, que el socialismo es una ideología totalitaria dispuesta para ser llevada a la práctica por tiranos vocacionales como ZP.

José Luis Rodríguez Zapatero se presentó a las elecciones de 2008 con dos promesas centrales, basadas respectivamente en ampliar "los derechos de ciudadanía" y alcanzar el pleno empleo, no necesariamente por ese orden. Con esos dos pilares y la inteligentísima apuesta del PSOE por los molinillos de viento y las placas solares subvencionadas, lo que la hermenéutica zapateril dio en llamar "economía verde" o "sostenible", el banco socialista quedó apuntalado con las tres firmes patas que finalmente llevaron a Zapatero a repetir su victoria en las urnas ante el asombro general.

El pleno empleo ha acabado convirtiéndose en el paro absoluto y la economía sostenible ha devenido la imbecilidad más insostenible, por ruinosa, que jamás se le pudo ocurrir a un gobernante europeo. Pero vayamos al otro pilar programático del programa de ZP; ese con el que Zapatero prometió llevar a cabo una vasta "ampliación de los derechos de ciudadanía".

En realidad seguimos sin saber exactamente a qué derechos se refería el redactor del programa socialista salvo al de las niñas de 16 años a acudir a los abortorios sin conocimiento de sus padres, porque lo cierto es que la España de Zapatero es el país que más prohibiciones ha implantado en un más corto espacio de tiempo.

Aquí está prohibido fumar en los negocios privados de hostelería o fabricar hamburguesas más grandes de lo que determina el departamento ministerial competente. Hablando de comidas, si tiene hijos no puede meterles en la mochila un producto de los calificados como bollería industrial, y si tiene un medio de comunicación deberá evitar la publicidad de la llamada "comida basura" ante el riesgo de que los niños la vean y la administración le meta un multazo de mucho progreso. Si tiene un negocio abierto al público, además de vigilar constantemente a los clientes para que no enciendan un pitillo a escondidas, deberá comprobar con frecuencia el termostato para no sobrepasar los 21 grados en invierno ni los 26 en verano, que son los límites establecidos por la autoridad, "socialista por supuesto". Ah, y si vive en Cataluña, además de todo lo anterior olvídese de ir a una corrida de toros o de intentar que su hijo se eduque en castellano, porque el gobierno de "la ampliación de derechos de ciudadanía" ha decidido que eso no es libertad sino libertinaje. El colofón es que ahora, además, no se podrá superar en las autovías y autopistas el límite de velocidad que Rubalcaba, gran experto en tráfico, ha improvisado esta mañana mientras acudía a su cita con la prensa tras el Consejo de Ministros.

Solemnicemos lo obvio en honor al presidente y dejemos sentado, una vez más, que el socialismo es una ideología totalitaria dispuesta para ser llevada a la práctica por tiranos vocacionales como ZP, un tipo que siente una tendencia irresistible hacia a la metafísica más pedante porque resulta incapaz de aportar un análisis riguroso sobre cualquier circunstancia concreta de la política, la economía o la sociedad y tomar decisiones al respecto, que es precisamente para lo que le pagamos. Sin embargo, en un país tan lanar como España es el tipo de político que gusta al espectador medio del telediario de la Primera. ¿A que gana las elecciones de 2012?

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