Zapatero, el rojazo, se ha ido unos días al coto de Doñana huyendo del olor a incienso que inunda las calles españolas en estos días para reflexionar en un ambiente saludablemente laico sobre la composición de su nuevo gabinete. En ese marco incomparable está con Sonsoles, alimentando su espíritu con el vuelo elegante de la garceta y las alegres cabriolas del lirón careto, mientras cavila sobre las nuevas caras que va a incorporar al Consejo de Ministros.
No debe ser tarea fácil dado el extraordinario número de lumbreras que nutre las filas del PSOE, especialmente desde que Z y Blanco sacaron la guadaña del talante y acabaron con la vieja guardia socialista, que tampoco es que estuviera abarrotada de premios Nobel, pero sus miembros, al menos, daban el pego como defensores de un modelo de estado ampliamente compartido, lo que no es poco comparado con lo que ha venido después.
La libreta roja del Rojo (así se definió él mismo) debe estar a estas alturas llena de anotaciones y tachaduras, por entre las cuales saldrá en unos días la quiniela definitiva con los nombres de quienes han alcanzado finalmente el honor de compartir su destino político con Zapatero. En estos casos los elegidos suelen hacer gala, al menos al principio, de un gran olfato para detectar lo que le agrada al presidente y llevarlo a la práctica de la manera más radical, mostrando así su adhesión inquebrantable al líder. El problema es el sectarismo de Zapatero y su escasa lealtad constitucional, lo que nos lleva a temer que en esta próxima legislatura se van a exacerbar todos los vicios de la anterior, multiplicados por el hecho de la llegada de unos nuevos ministros ansiosos de no quedarse atrás en las virtudes que admira el dueño del dedo que les ha puesto el coche oficial.
Por otra parte está la ardua cuestión de satisfacer a las distintas familias del régimen (ahora se le llama a eso "las distintas sensibilidades del partido") y pagar los favores recibidos durante la campaña electoral, que no han sido pocos. O sea que prepárense para tener, en todos los casos por razones más que obvias, a Teddy Bautista de ministro de Hacienda, al doctor Montes en Sanidad, a Sardá en Cultura, a Bermejo en Vivienda y a Zerolo-orgasmatrón en el departamento de igualdad, fraternidad y felicidad. Si con un Gobierno de acomplejados amplió su victoria el pasado nueve de marzo, con un equipo así pulveriza la mayoría absoluta en 2012. Los españoles somos así, qué se le va a hacer.