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Pablo Molina

Boniguren

José Bono no iba a dejar su cargo como presidente de las Cortes sin hacer honor a su trayectoria política, que lo ha distinguido como un político capaz de sostener una cosa y su contraria en el más breve espacio de tiempo.

José Bono no iba a dejar su cargo como presidente de las Cortes sin hacer honor a su trayectoria política, que lo ha distinguido desde que oficiaba de monaguillo de Tierno Galván como un político capaz de sostener una cosa y su contraria en el más breve espacio de tiempo. Su discurso el día de la Constitución ha sido otra pieza oratoria de primer nivel para comprobar la esquizofrenia moral que atenaza a una parte importante del PSOE, de la que Bono es su portavoz los días pares y su principal adversario los nones.

Como la aprobación de la constitución se celebra un día par, Boniguren ha decidido rendir homenaje a su compañero Chusito, que tanto ha hecho y sigue haciendo por la paz en España. Si las siguientes declaraciones del manchego se producen en un día impar o en un foro menos receptivo al pasteleo, Boniguren simplemente se convertirá de nuevo en Pepe Bono, patriota sin fisuras y defensor a ultranza del estado de derecho y la justicia para las víctimas del terrorismo.

En esta ocasión, el felizmente cesante presidente del Congreso ha afirmado que lo que la clase política ha dado en llamar "el fin de la violencia" hay que agradecerlo principalmente a los partidos que han dialogado con los terroristas y, eventualmente, a los policías, guardias civiles y jueces, que algo habrán puesto también de su parte para que la ETA haya decidido dejar de asesinar. Sólo le ha faltado mencionar expresamente a Eguiguren como artífice de la Paz y soltar de propina unas lágrimas, como los malos políticos cuando notifican a los ciudadanos el precio que les toca pagar por culpa de su ruinosa cuestión, pero el acto de exaltación de la Carta Magna está ya tan vacío de contenido como su propio articulado, cualquier efusión sentimental quedaría como un exceso de rigor muy inapropiado. Sobriedad ante todo.

Boniguren ha dejado claro que, en contra de la opinión de algunos de sus compañeros, su colega en la presidencia del PSOE vasco sí sabe perfectamente de lo que habla cuando relata las traiciones de su partido a todos los españoles. Boniguren de hecho las aplaude ante la plana mayor de la clase política en el acto institucional más relevante del año, como todos los que protestan airadamente por la sinceridad de Chusito hacen seguramente también en la intimidad.

Que encargue un busto de Eguiguren y lo coloque al lado de la efigie de Ruiz Mateos recién instalada. Quedan pocos días para finalizar su mandato efectivo, pero si Boniguren se empeña, y Bono no se lo impide, es capaz hasta de ponerle una estatua ecuestre.

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