Rajoy dijo este lunes en rueda de prensa con su colega polaco que España es un país serio y resulta difícil estar más en desacuerdo. Este país no es serio. Especialmente cuando aprieta el calor y el córtex cerebral del votante medio se transforma en una sopa gelatinosa capaz de admitir cualquier disparate. De las muchas declaraciones desafortunadas de Rajoy desde que es presidente esa es seguramente la más inoportuna, al menos mientras personajes como Bárcenas dicten la actualidad política con su macarreo constante en los juzgados y los medios de comunicación y el PP siga manifestándose incapaz de mostrar algo de respeto por sí mismo.
Pero si el gobierno y su partido llevan ya meses en modo "zascandil", qué decir de una oposición incapacitada por sus propios méritos para exigir ninguna responsabilidad a poco que se tenga en cuenta su reciente trayectoria, con la corrupción económica y la traición política como principales divisas de su actividad cotidiana. El premio se lo lleva, naturalmente, Rubalcaba. Por más graves que lleguen a ser las imputaciones de Rajoy y su muchachada en el trinque del que les acusa el presunto corrupto que les llevaba las cuentas, es difícil aceptar que el encargado de ejercer la censura pública sea el portavoz de un gobierno que tuvo en la cárcel un ministro, un secretario de Estado, un director general, el gobernador del Banco de España, el director de la Guardia Civil, la responsable del BOE y los encargados de las finanzas de su propio partido por haber montado una trama estilo Gürtel pero a niveles industriales, sólo superada por la de los ERE en Andalucía, plusmarca mundial del trinque organizado. Rubalcaba ejerciendo de tribuno justiciero es tan creíble como el Dioni haciendo campaña a favor de la declaración del IRPF, pero en estos momentos es el personaje que ha decidido regenerar la vida política de la nación, Bárcenas mediante.
El todavía secretario general del PSOE amenaza ahora con organizar la fantasmada de la década bajo la apariencia de una moción de censura, condenada al más estrepitoso de los fracasos, en caso de que el presidente del gobierno se niegue a acudir al Parlamento como le ha exigido de manera perentoria. El propio Rubalcaba ya ha dejado claro cuál es el objetivo que persigue con esta comparecencia, al afirmar que no va a ir a esa sesión del Congreso a debatir, que es lo propio de los foros democráticos, sino simplemente a pedir la dimisión de Rajoy muchas veces seguidas, que eso da luego mucho juego en los vídeos electorales de Youtube.
La cuestión peliaguda que se suscita en estos momentos es a quién proponer de candidato alternativo en esa eventual moción de censura. Descartado el propio Rubalcaba para evitar la carcajada mundial nos quedan los comunistas, sumidos en sus delirios antisistema y en seguir sosteniendo al gobierno regional más corrupto de Europa, los nacionalistas catalanes, paradigma de la corrupción y la deslealtad institucional, y de ahí hacia abajo los mindundis más disparatados hasta llegar a Rosa Díez, a la que todos desprecian por igual.
Con la oposición en pleno incapacitada para proponer un presidente, mejor que se unan todos para pedir elecciones anticipadas y que se presente Bárcenas, que al menos sabe cómo manejar la economía. Con lo serio que es este país hasta es posible que consiga grupo parlamentario propio.