Así titula Thomas Sowell una excelente columna, en la que desbroza todas las cuestiones accesorias que actualmente enmarañan el problema central de la guerra de Irak y en las que la izquierda basa sus razones para seguir oponiéndose a la liberación de aquel país. Extractamos a continuación sus principales argumentos.
La cuestión definitiva, afirma Sowell, es si deberíamos o no haber ido a la guerra contra el régimen de Saddam Hussein en Irak. Las declaraciones del inspector de armamento David Kay en las que ponía en duda que fueran a encontrarse las armas de destrucción masiva en Irak han sido propagadas a los cuatro vientos, mientras que su afirmación de que Saddam Hussein era más peligroso incluso de lo que se había pensado ha sido silenciada.
Ahora, los demócratas exigen la presentación de pruebas irrefutables de la existencia de armas de destrucción masiva como única justificación para intervenir en Irak, pero cuando los aviones se estrellaron en el WTC, eso fue una prueba irrefutable. Cuando los japoneses bombardearon Pearl Harbor, fue también una prueba irrefutable. No podemos esperar una prueba irrefutable en la era nuclear.
Lo que el Presidente sabía cuando fue al congreso a pedir autorización para la guerra era que Saddam Hussein había tenido armas de destrucción masiva en el pasado, que los inspectores internacionales no podían determinar lo que había ocurrido con ellas y que el dictador iraquí había rehusado cumplir repetidamente las resoluciones de la ONU a este respecto.
¿Estaba justificada la guerra de Irak e iríamos a la guerra de nuevo si hubiéramos sabido lo que sabemos ahora?. Netamente sí.
Entre las cosas que ahora sabemos está que tenemos cooperación en oriente medio después de haber demostrado nuestra firme voluntad de usar la fuerza. ¿Habría revelado Libia y desmantelado sus armas de destrucción masiva si el régimen de Gadafi no hubiera visto lo ocurrido en Irak?, ¿Habrían adoptado Siria e Irán una actitud más conciliadora si no hubieran visto lo ocurrido en Irak?.
Pero el cuadro que muestra la tibieza de los demócratas norteamericanos en la defensa de la libertad y de la seguridad de su país, no quedaría completo sin otro par de pinceladas que recogemos de la red y que destilan un sospechoso aroma muy próximo a la deslealtad.
Como la curiosa historia publicada por el Washington Post y destacada en la selección de “lo mejor de la web” que James Taranto hace diariamente para el Wall Street Journal, en la que vemos a un Wesley Clark desmelenado hablando de la seriedad con la que la administración Clinton llevaba a cabo sus operaciones bélicas.
“Algunos altos responsables de la Administración Clinton querían terminar la guerra de Kosovo abruptamente en el verano de 1999, a cualquier coste, porque la campaña presidencial del entonces vice-presidente Al Gore estaba a punto de empezar, cuenta en sus papeles el ex-jefe de la OTAN, General Wesley Clark. Y En una entrevista con el historiador oficial de la OTAN, cuatro meses antes de dejar el puesto de jefe supremo del comando aliado, Clark añadía: Había algunos que decían, hey, mira, vas a terminar los bombardeos antes del fin de semana del 4 de julio. Ese es el comienzo de la próxima campaña presidencial, así que páralos. No importa lo que hagas, pero páralos.
Pero lo del ya ex-candidato a las primarias demócratas, aunque representativo de la escasa firmeza de la izquierda norteamericana por mantener el liderazgo del mundo libre en la guerra contra el terrorismo, no es nada comparado con el Senador John Kerry y su oficina electoral, una de cuyas principales tareas consiste, al parecer, en ir pidiendo perdón a los enemigos de EE UU por el daño que les pueda causar el gobierno Bush en su lucha anti-terrorista.
La oficina del Senador John Kerry, el principal candidato a las primarias presidenciales en los Estados Unidos, envió un correo electrónico a la agencia (iraní) de noticias Mehr, diciendo que Kerry intentará reparar el daño ocasionado por el actual presidente si gana las elecciones. El texto del correo electrónico es el siguiente: “Como americanos que hemos vivido y trabajado intensamente en el extranjero, hemos sido testigos de la alta estima con la que la gente de todo el mundo ha visto históricamente a los Estados Unidos. Tristemente, somos también dolorosamente conscientes de cómo las acciones y actitudes demostradas por el gobierno de los Estados Unidos a lo largo de los últimos tres años, han amenazado la buena voluntad adquirida por los presidentes de ambos partidos a lo largo de muchas décadas y puesto en riesgo muchas de nuestras relaciones internacionales.
En interés de los norteamericanos, es urgente restaurar nuestra credibilidad como país a los ojos del mundo. América necesita la clase de liderazgo que repare alianzas con países de otros continentes que han sido dañadas en los últimos años, así como construir nuevas relaciones amistosas y superar tensiones con otros más”.
Preciosas declaraciones que con toda seguridad han entusiasmado a las autoridades de Irán, aunque posiblemente no sean recibidas con el mismo alborozo entre los ciudadanos norteamericanos, que deben votar a su nuevo presidente el próximo mes de noviembre. Por desgracia para Kerry, Jatami aún no vota en Norteamérica.