Estos días de marzo España se encuentra en el centro social de una discusión política, tema de calado nacional pero que en gran medida afecta a una región de España, el País Vasco.
Es tiempo de elecciones para la gobernabilidad de Euskadi y en la centralidad de esta sociedad, y de las personas en particular, el interés máximo se refleja desde los sentimientos que se encuentran alojados en el corazón del hombre.
Desde este prisma abro una reflexión que puede conducir al fondo esencial del conflicto y que desde mi punto de vista racional hasta el presente había entrañado poca o escasa solución. Entre las acepciones que la RAE emplea para el vocablo "política" está la siguiente: "Actividad de quienes rigen, o aspiran a regir o gobernar los asuntos públicos".
En este momento la sociedad vasca vive en plena ebullición "político-emocional" los efectos de esta servidumbre, con visos de esperanza por la sorprendente reacción del pueblo que ahora, desde la novedad, está sujeta a reflexión. Intentaré trasmitir mi análisis.
Sin ninguna duda aquellos tiempos pretéritos y la gesta histórica del hombre vasco en su dimensión política están recogidos por la historia y la realidad de millares de hechos. No han podido ser más positivos.
Sin embargo, desde que conocimos la trayectoria de Sabino Arana, controvertida en lo personal, y en lo político inventora de una "doctrina que nació desde un sentimiento enfermizo, de raíz localista y telúrica", hoy sabemos que es el principio y fundamento del "separatismo nacionalista".
Gracias en parte al desarrollo de la democracia, el Partido Nacionalista Vasco intentó abanderar la Nación Vasca con un sentido patrimonialista. En su camino para llevar a cabo el proyecto separatista contó con la connivencia de su brazo armado, la organización terrorista ETA (aunque lo niegue sistemáticamente).
Tras largos años, 30, de intentos fallidos de una política, tranquila, hoy por carambola del destino social nos encontramos en una encrucijada política polémica. En este momento de crucial importancia se puede y debe reiniciar un camino que nunca debió desdeñarse: "Un cambio de rumbo político".
Aunque la frase es escueta, conlleva una gran carga emocional y también positiva, puesto que las pulsiones se encargarán de que se puedan canalizar libremente. Con el tiempo a su favor se irá modulando la visión social del pueblo, que hasta el presente ha vivido cruelmente bajo la realidad de las armas; éstas, cuando la asfixia económica llegue desde la nueva dinámica política, caerán sin remedio, y con ellas sus postulados.
No entraré en el juego de los apaños políticos, la palabra bíblica dice: "Dios escribe derecho con renglones torcidos". Bíblica o laica, la expresión tiene cuando menos enjundia y espero que así sea para bien de los vascos.
Hace veintinueve años salvé la vida al precio de no pisar la tierra que me vio nacer y crecer. Ahora tengo la esperanza de que un día no muy lejano pueda mirar a los ojos de quienes se apropiaron de la misma, y con el semblante limpio, poder decir a pleno pulmón: "¡Egun on! ¡ Danonzat Zorionak!".