En Europa Occidental, desde ya hace unas décadas se ha venido desarrollando la idea de un gran Estado, llamado "del Bienestar", que promete a la gente bienestar y seguridad por medio de derechos y más derechos, que permitirían trabajar menos, jubilarse antes, vivir eternamente de los subsidios, ir al médico las veces que se quiera..., sin gastos extras de ningún tipo. Como si el bienestar cayera del cielo.
Ahora sabemos que todo eso es un cuento de los políticos de turno, con su varita mágica, y que los ciudadanos se han dejado embaucar, creyendo que el Estado sería capaz de convertir en realidad su derecho a vivir mejor con menos esfuerzo.
"Así se formaron al menos dos generaciones de europeos. En escuelas que en vez de formarlos para el esfuerzo y la responsabilidad los han formado para reclamar derechos e inculcado la fatal creencia de que el Estado benefactor se haría cargo de todo", ha escrito Mauricio Rojas.
Por todo ello, hoy se hace más que necesario que nunca recordar las "Once reglas que tus hijos no aprenderán en el cole", escritas por Charles Sykes pero que muchos atribuyen erróneamente a Bill Gates:
-
La vida no es justa. Acostúmbrate a ello.
-
Al mundo no le importa tu autoestima. El mundo esperará que logres algo, con independencia de que te sientas bien contigo mismo o no.
-
No ganarás 5.000 dólares al mes nada más salir del instituto, y no serás vicepresidente de compañía alguna, con coche a cargo de la empresa, hasta que hayas estudiado y trabajado mucho.
-
Si piensas que tu profesor es duro, verás cuando tengas jefe: éste sí que no tendrá vocación por la enseñanza ni grandes dosis de paciencia.
-
Dedicarse a preparar hamburguesas no te quita dignidad. Tus abuelos tenían una palabra diferente para describirlo: lo llamaban oportunidad.
-
Si metes la pata, no es culpa de tus padres, así que no lloriquees por tus errores; aprende de ellos.
-
Antes de que nacieras, tus padres no eran tan aburridos como ahora. Empezaron a serlo cuando empezaron a pagar tus cuentas, lavar tu ropa y escucharte hablar acerca de lo superguay que eres y lo carcas que son ellos. Así que, antes de emprender tu lucha por las selvas vírgenes contaminadas por la generación de tus padres, pon orden en tu propia vida, empezando por tu cuarto.
-
En la escuela puede haberse abolido la diferencia entre ganadores y perdedores, pero en la vida real no. En algunas escuelas ya no se repite y te dan las oportunidades que necesites para encontrar la respuesta correcta en un examen y sacar adelante la tarea. La diferencia con la vida real es total.
-
La vida no se divide en evaluaciones. No disfrutarás de largas vacaciones estivales en lugares remotos, y muy pocos jefes colaborarán a que te encuentres a ti mismo. Todo eso tendrás que hacerlo en tu tiempo libre.
-
La televisión no es la vida. En la vida cotidiana, la gente tiene que salir del café para ponerse a trabajar.
- Sé amable con los nerds: es muy probable que termines trabajando para uno de ellos.