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Miguel del Pino

El guardián de las rapaces

D. Hoticiano Hernando Iglesias ha sido durante toda su vida el guarda del Refugio de rapaces de Montejo de la Vega.

D. Hoticiano Hernando Iglesias ha sido durante toda su vida el guarda del Refugio de rapaces de Montejo de la Vega.
Hoticiano Hernando, durante el homenaje que le rindieron en 2004 | Foto: Juan Carlos Rincón García

No tengo el gusto de conocerlo personalmente, pero los naturalistas españoles lo conocemos por sus hechos. Hoticiano Hernando Iglesias ha sido durante toda su vida el guarda del Refugio de rapaces de Montejo de la Vega, y en la actualidad es guarda de honor vitalicio de este santuario de la naturaleza.

Hoticiano cumple este domingo catorce de julio sus primeros noventa años de vida, y por esta razón recibe un cariñosísimo homenaje de todos los "montejanos", es decir, de la multitud de naturalistas implicados en el estudio y defensa de ese refugio al que Félix Rodríguez de la Fuente llamó "ciudad lejana y misteriosa de los buitres". Con toda nuestra admiración pretendemos sumarnos a dicho acto.

En el viejo Imperio Romano seguramente se habría otorgado a Hoticiano una consideración y un título reservado solo a unos pocos: Vir bonus, es decir, hombre bueno, nada más y nada menos: bondad, y amor a su trabajo y a su querido rincón segoviano, ha demostrado durante toda su ejemplar existencia.

Vamos a centrarnos en nuestro espacio natural: la "ciudad lejana y misteriosa de los buitres" comprende un territorio de unas 2.100 hectáreas de extensión que se reparten entre un impresionante cañón calizo excavado en forma de hoces por el río Riaza, una serie de bosques, tanto de tipo galería, como de encinar, sabinar y quejigar, las márgenes fluviales, y finalmente una zona esteparia y de paramera.

326 especies de vertebrados viven en este paraje bajo la indiscreta, científica y pertinaz observación y seguimiento del presidente del Fondo para el refugio, el Doctor en Matemáticas Fidel José Fernández, a quien todos consideramos "alma “de este espacio protegido. Todos los años Fidel organiza dos censos, uno de primavera y otro de otoño, con la colaboración de docenas de naturalistas voluntarios, profesionales y aficionados. También viene publicando sus “hojas informativas", alguna de las cuales supera las ochocientas páginas. Pero seguramente Fidel no quiere que hoy glosemos su gigantesca labor, sino que nos ocupemos como merece del cumpleaños de Hoticiano.

La leyenda de este guarda del refugio ha desbordado la intimidad científica de la ciudad de los buitres. Televisión Española le ha dedicado varios programas y reportajes, uno de los cuales titulado precisamente El guardián del refugio ha sido repetido en numerosas ocasiones. También se ha hecho referencia a nuestro Hoticiano en algunos libros relevantes, como Uñas de cristal, La leyenda de las cárcavas y Guardianes del Refugio.

Los buitres, reyes de este espacio

Entre la numerosa fauna de este espacio natural destaca una impresionante colonia de buitres leonados que comprende más de mil ejemplares, con las lógicas oscilaciones debidas a los períodos de buena alimentación o de hambruna. Una de las actividades del Refugio es la instalación y cebado de comederos para los buitres, labor en la que Hoticiano, y ahora su hijo y sucesor Jesús Hernando, se han mostrado incansables a lo largo de toda su vida laboral.

Ha habido momentos duros, casi siempre derivados de la incomprensión de la realidad por parte de los "legisladores de despacho". La normativa de prohibición de dejar ganado muerto en los muladares para alimentación de las aves carroñeras, con motivo del temor a la llamada "enfermedad de las vacas locas", estuvo a punto de acabar con la mayor parte de las colonias de buitres de nuestra Península, que morían de hambre al tiempo que los ganaderos tenían que pagar primas insostenibles por la recogida de estas reses. Los llamados “camiones de la muerte” recorrían los campos camino del lugar de incineración rodeados por enjambres de insectos susceptibles de propagar toda clase de enfermedades. Los pobres buitres lo hacían gratis y sin ninguna consecuencia sanitaria.

Buen trabajo le costó a los naturalistas, entre ellos al Dr. Fidel José Fernández, convencer a la "burócrata Administración" de que las cosas no son sólo como se ve desde el despacho en la ciudad; y no sólo en el caso anterior, sino en la incorrecta gestión de actividades como el trazado de sendas de recreo cuyos planos teóricos hubieran dado al traste con la temporada de reproducción de los buitres de no haberse conseguido su modificación o suspensión. Y entre tanto, Hoticiano sin dejar de trabajar ni un solo día, y no recurramos al tópico " de sol a sol", porque también era posible encontarle en plena noche observando todo lo que ocurría en su querido Refugio.

Se acabaron los furtivos: la "receta" de Hoticiano

En este rincón protegido no faltaban los furtivos, pero ya no queda ni uno solo de ellos. Nos preguntaremos cuál ha sido el método "milagroso" para conseguir lo que parecía y sigue pareciendo en otros lugares un objetivo imposible; pues bien sencillo: Hoticiano los conocía a todos y en lugar de denunciarlos fue hablando con ellos uno por uno, habló y los convenció para que abandonaran su actividad, y no debió de conseguirlo por medio de una oratoria propia de Demóstenes o Esquines, sino con la verdad de su ejemplo. Nadie fue capaz de volver a delinquir en la Naturaleza ante la verdad emanada de la trayectoria del buen guardián y mejor persona.

Recordando a nuestro amigo Luis del Pino, diremos que en Montejo de la Vega los homenajes se tributan "sin complejos", así que tendrá lugar una Misa, que para eso los montejanos cuentan entre sus filas con un Sacerdote que fue en su infancia naturalista en el Refugio, el Padre Pedro Rodríguez Panizo. En el transcurso del acto se le hará entrega de una preciosa escultura de los hermanos Jordi y Xavier Batllorí, artistas de primera fila y naturalistas aficionados participantes en los censos del Refugio. ¿Hace falta que aclaremos el motivo representado en esta talla? Está bien claro, se trata de un buitre leonado.

Pero quizá el mejor homenaje a la figura de Hoticiano, el guarda vitalicio de honor del Refugio de Rapaces de Montejo de la Vega, es la continuidad que adquiere su obra por parte de su hijo Jesús. Hecho de la misma madera noble, sigue, paso a paso el impecable trazado de su padre.

¡Felicidades, Hoticiano!

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