Aquí la tienen, frenética en su cárcel de tela, agobiando, recitando el odio que se le atropella en la boca invisible. La llaman Um Osama, "la madre de Osama". Es esclava de Alá, sierva de su marido, lacaya.
"Las mujeres en Palestina desempeñan un gran papel en la crianza de los hijos", dice, "y en incitarlos a librar la yihad por Alá", dice. "Eso es, sin lugar a dudas, lo más glorioso que puede hacer una mujer".
La mujer sin nombre ni rostro dice desde ahí abajo, desde ahí al fondo, por entre sus ropones como barrotes:
Las mujeres desempeñan su papel y no son inferiores a los hombres. Cuando un hombre va a librar la yihad, su mujer no le dice "No vayas", ni trata de detenerlo. Ella le incita y le apoya. Es la que prepara su equipo, le despide y se alegra.
Su marido sí tiene nombre: Jalil al Haya. Su marido sí tiene rostro: éste. Su marido, exdecano de Asuntos Estudiantiles en la Universidad Islámica de Gaza, es un jerarca de Hamás, diputado electo por la Franja. Aún no ha tenido que prepararle el equipo Um Osama. Aún no ha tenido que no pedirle: "No vayas".
La Madre de Osama dice:
[La madre] inculca en sus hijos el amor a la yihad y el martirio en el nombre de Alá. Si cada madre impidiera a su hijo librar la yihad en el nombre de Alá, ¿quién la libraría? ¿Quién apoyaría a Palestina? Palestina nos es muy cara, y el precio lo pagamos con nuestros despojos y nuestra sangre. ¿No es valiosa la recompensa de Alá? La recompensa de Alá es el Paraíso. El Paraíso demanda nuestra sangre, nuestros despojos.
Para Adán, el Paraíso estaba donde se encontrara Eva, nos informó Mark Twain. ¿Cuál es tu Paraíso, Um Osama sin nombre ni cara? ¿El que le tienen preparado a Jalil, pletórico de bellísimas huríes desveladas?
"Hermana, la yihad nos ha sido ordenada", dice esta madre. Y la hermana entrevistadora, con su velo quizá chic en ese albañal, Al Aqsa TV, la televisión de Hamás en Gaza, asiente, consiente, infunde ella también: "Queremos morir como mártires". Morir, matar, Um remata:
Continuamente imploro: "Alá, haz que el martirio sea el final de nuestros días". Pido por ello incluso para mi marido y mis hijos. Ninguno de nosotros quiere morir en la cama. Rogamos por que Alá nos conceda el Paraíso.
Um Osama no es una fanfarrona como quizá lo sea la periodista lacaya y como seguro lo fue allá por 2002 la viuda del infame Arafat, la indigna Suha, que no concebía "mayor honor" que sacrificar la vida de un hijo por la Causa. (Pero la de su hija Zahua no, ni entonces ni ahora: su hija Zahua, "que no está interesada en absoluto en la política", que viva con ella en Malta, si es que no la acaban echando de ahí también por ladrona). De hecho, la Madre de Osama ya ha sacrificado un hijo, Hamza, a quien las IDF mataron en 2008 cuando se disponía a perpetrar un ataque con cohetes contra territorio israelí. "Doy gracias a Dios por este regalo", proclamó entonces el padre, el hamasino Jalil –que años después, cuando la liberación de Guilad Shalit, se significó por demandar a sus conmilitones que secuestraran más soldados (y civiles) israelíes–. "Es el décimo miembro de mi familia que recibe el honor del martirio. Esto es parte de la senda que ha de recorrer nuestro pueblo, y, Dios lo quiera, nuestro pueblo alcanzará la victoria".
No. Um Osama no es una fanfarrona. Um Osama es Um Nidal:
En julio de 2002, visito el hogar de Mahmud Farhat, en Gaza, el palestino de diecinueve años que había matado al hijo de Eli Picard y a otros catorce muchachos durante el ataque y que había herido a más de una docena. [N. del A.: las cifras que se dan aquí no son correctas: la matanza de la escuela de Atsmona, a la que se está haciendo referencia, se saldó con cinco muertos y 23 heridos]. La madre de Mahmud, Um Nidal, explica que el vídeo que había causado tanta sensación lo había grabado (...) otro de sus hijos y (...) mostraba las últimas horas de la vida de Mahmud.
En la cinta, el futuro mártir aparece con su madre en el jardín de su casa. Lleva una cinta verde ajustada a la frente en la que se leen las palabras Alá es grande (...) Está acariciando un kalashnikov. Um Nidal lo abraza y lo besa mientras la voz de la cinta explica que lo está bendiciendo para que salga a matar judíos en nombre de Alá. En cierto momento del vídeo, Mahmud se quita la cinta verde y se la pone a su madre en un símbolo de solidaridad con ella, no solo para demostrar que ella está al corriente de su plan, sino que además está orgullosa y que aprueba su decisión.La segunda parte del vídeo hace referencia a la repercusión de la exitosa misión suicida de Mahmud. La gente se agolpa en el patio, a la entrada de la casa de sus padres en Gaza, y se reparte por el jardín. (...) Cuando la cámara entra en la casa, aparece el cuerpo de Mahmud en el suelo del salón, en una camilla, envuelto en una sábana blanca. Las heridas de la cabeza y el rostro están envueltas con vendas manchadas de sangre.
(...) Uno de los momentos más impactantes del vídeo lo protagoniza Um Nidal, vestida toda de blanco, el color del luto en el mundo árabe, arrodillada en el suelo junto a su hijo. Le cubre el rostro y las manos de besos y, finalmente, se sienta y alza los brazos en un gesto de alabanza. Tiene el rostro teñido de la sangre de su hijo.
Durante la entrevista, Um Nidal me explica sus sentimientos y sus razones para enviar a su hijo Mahmud, el menor de sus doce vástagos, a morir como un mártir. "La yihad es un precepto que se nos ha impuesto –comienza Um Nidal–. Debemos salvar el alma de nuestros hijos. Lo que vemos a diario, las matanzas, la destrucción de casas, el asesinato de niños y ancianos, sólo fortalece mi resolución". (...)
(...) Según Um Nidal, antes del ataque exitoso a Atsmona, su hijo había intentado convertirse en mártir en varias ocasiones. "Iba a la carretera de Al Muntar [en Gaza, cerca de un asentamiento judío] y se llevaba la pistola. Siempre volvía muy contrariado porque no se había presentado ninguna oportunidad. La sangre le hervía. Solía blandir su arma y decirme que su pistola era como su novia. La quería hasta ese punto. Cada vez que se iba para tratar de convertirse en mártir, me decía que no podía controlarse, que lo único que quería era conseguirlo".
A lo largo de todos esos años en los que Mahmud no logró su objetivo, Um Nidal asegura que ella tranquilizaba a su hijo. "Le decía que algún día llegaría su oportunidad y que tuviera paciencia (...). 'Actúa con la mente, no con el corazón', le decía. 'Sé un hombre', le decía. Mi trabajo consistía en entrenarlo psicológicamente, en ser optimista. Los hermanos que tenía en Hamás lo entrenaban en el uso de las armas y el resto de acciones militares que necesitaba saber. Yo era su apoyo emocional".
El día del ataque a Atsmona, Mahmud fue a su madre y le dijo que aquel era el día para el que se había estado preparando toda la vida. Fue entonces, según Um Nidal, cuando a otro de sus hijos se le ocurrió la idea de grabar un vídeo en el que ella también saliera; sería un ejemplo para otras madres, para que apoyaran las acciones de sus hijos.
"Nunca había visto a Mahmud tan feliz –recuerda Um Nidal–. Después de grabar el vídeo, se puso en camino para llevar a cabo la operación (...) Recé por él cuando salió de la casa y (...) pedí a Alá que su operación fuera un éxito y que le concediera el honor de convertirse en mártir. A continuación, recibí una llamada de sus hermanos en Hamás, quienes me comunicaron que él les había dicho que había conseguido entrar en el asentamiento. (...) Comencé a rezar desde lo más profundo de mi corazón para que Alá me concediera diez israelíes para Mahmud. Alá oyó mis plegarias y su sueño se hizo realidad cuando mató a más de diez israelíes. No pude evitar gritar de júbilo".
Minutos antes de que lo mataran, Mahmud llamó a su madre por el móvil para decirle que Alá había oído sus plegarias.
(Barbara Victor, Las siervas de la muerte, Lumen, Barcelona, 2004, pp. 200-204).
Mahmud murió matando en 2002. En 2003, su hermano mayor, Nidal ("lucha" significa ese nombre por el que más que a él se conoce a su madre, Mariam Mohamed Yusif Farhat, ¡Um Nidal!), fue abatido cuando se disponía a perpetrar un ataque terrorista. En 2005, otro hermano de Mahmud, otro hijo de la Madre de Nidal, Rauad, moría tras ser alcanzado por un proyectil israelí mientras transportaba en su vehículo un Qassam.
En diciembre de ese último año, la madre de Nidal, de Mahmud, de Rauad, concedió una entrevista al canal egipcio Sueños TV, en la que declaró:
Los israelíes no son civiles y no hay prohibición alguna de matarlos. Estoy dispuesta a sacrificar a mis diez hijos.
En las elecciones de enero de 2006, Um Nidal fue elegida miembro del Parlamento palestino en las listas de Hamás.
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La paz llegará cuando los árabes amen a sus hijos más de lo que nos odian a nosotros (Golda Meir).