En vacaciones, nuestra actividad física tiende a ser mayor que durante el año. Caminamos, corremos o nadamos en las visitas a los monumentos, en la playa o cuando acudimos a algún otro paraje natural.
Todo esto es muy positivo para nuestra salud, aunque no estamos hablando de un hábito, sino de una actividad puntual. Este hecho es lo que nos puede generar un problema, ya que no tenemos costumbre.
La periostitis tibial es una dolencia muy común después de realizar este tipo de actividades.
¿Qué es y qué produce la periostitis tibial?
Es una inflamación del periostio o membrana que recubre los huesos, debido a una sobrecarga muscular que provoca pequeños desgarros en la zona de inserción del músculo al hueso, lo que da lugar a grandes dolores, en este caso, en las tibias.
Hay dos tipos, la periostitis tibial posterior, donde el dolor aparece en el extremo interno e inferior de la tibia y suele ser la más común. Afecta especialmente a las personas que, una vez que plantan el pie, lo giran hacia dentro, apoyando con más fuerza la parte interna de la planta.
El segundo tipo es la periostitis tibial anterior. Lo que ocurre es que se sobrecarga el músculo tibial anterior, apareciendo principalmente en personas que entrenan o realizan actividad física sobre superficies duras o terrenos donde aparecen grandes cuestas y en las que tienden a andar de puntillas.
¿Cómo podemos tratarla?
Lo primero es parar de hacer actividad física. No significa que no podamos movernos, pero sí que no realicemos esfuerzos con la zona muscular afectada.
En segundo lugar, es recomendable aplicar frío local en la zona donde tenemos el dolor, así como tomar antiinflamatorios, siempre y cuando sepamos con certeza que no nos van a hacer daño y siguiendo el consejo médico o farmacéutico.
Es muy beneficioso realizar ejercicios de estiramientos, algo que nos ayudará a acelerar nuestra recuperación. En el caso de la lesión de la periostitis posterior, son muy útiles los estiramientos de las pantorrillas. Dos ejemplos:
- De pie, estiramos los brazos y apoyamos las manos sobre una pared. Después, doblamos los codos dejando caer el cuerpo hacia delante, manteniendo las piernas rectas y sin separar las plantas de los pies del suelo.
- Colocamos las puntas de los pies sobre el borde de un escalón, dejando caer todo el peso sobre los talones; permitiendo que estos desciendan sentiremos que toda la zona del sóleo y parte inferior del gemelo se estiran. Es importante mantener el cuerpo recto, para ello nos podemos equilibrar sujetándonos con los brazos.
Para la periostitis posterior podemos realizar un ejercicio de estiramiento de los músculos del pie que además permita estirar la parte dolorida. Para ello nos sentaremos en una silla y, apoyando un pie sobre la rodilla de la otra pierna, haremos girar el tobillo con ayuda de las manos, de tal manera que la planta del pie mire hacia arriba. Quien pueda, llegados a este punto, puede intentar elevar la parte delantera del pie intentando prolongar el estiramiento hacia la zona del tibial.
Como siempre, recordamos que cada ejercicio de estiramiento debemos repetirlo 3 veces por cada pie y 20- 30 segundos cada repetición.
¿Cómo podemos prevenirlo?
En este sentido siempre digo lo mismo: debemos procurar preparar el viaje, y no solo el alojamiento, las visitas... Es importante valorar nuestro estado físico y compararlo con la exigencia que va a tener el viaje y realizar una preparación adecuada.
Lo importante es organizar un poco la actividad, tal y como hemos visto en otros artículos. Es decir, dosificar los esfuerzos y realizar un calentamiento antes de empezar la actividad física de forma progresiva, prestando mucha atención a los descansos. Por supuesto, estirar al final de la actividad.
En el caso específico de la periostitis tibial, el fortalecimiento de la zona, sobre todo para aquellos jóvenes que sufráis este tipo de lesión y practiquéis deporte de forma regular, es muy importante, una vez superada la fase dolorosa de la lesión. Un ejercicio muy sencillo, y que podemos realizar cómodamente en nuestra casa, es coger una toalla enrollada por los extremos, situar la punta del pie en la mitad y realizar un movimiento hacia delante y hacia atrás, como si estuviésemos pisando y soltando el acelerador de un coche.
En definitiva, este es un claro ejemplo de lesión provocado por una mala gestión del entrenamiento o de la actividad física, que se podría evitar siempre que tuviéramos en cuenta las recomendaciones que hemos ido viendo a lo largo de los diferentes artículos.