Veo con sorpresa que el alcalde de Lérida, socialista y millonario –perdón por la redundancia– circula por mi ciudad en un pedazo de Audi, en lugar de ir en un SEAT o montado en una BH o en una Orbea, sin hacer caso a las recomendaciones patrioteras de Miguel Sebastián; aunque sabemos que al socialismo catalán, por naturaleza, no le sale defender nada de lo español, sino más bien perseguirlo. Como de Miguel Sebastián hablan bien personas a las que respeto y que me sirven de referencia, seguiré esperando a ver si le asoma por algún lado la presunta valía.
En la misma semana hemos visto apelar a lo español de la forma más burda que saben o que pueden a un interprogre como Sebastián, uno de los elementos que acompaña a Zapatero en su obra de fragmentación del Estado, y a la derecha disfrazada de centrista. Uno, con la pocasoltada de la defensa del producto español, que puesto en boca de Franco y en blanco y negro, nos haría descuajeringarnos de risa, y los otros acusando a Rosa Díez de roja peligrosa.
Afortunadamente, en esta época de Leire Pajín o de Carmen Chacón, el retorno a la actualidad de Jaime Mayor Oreja nos recuerda que entre los políticos también hay categorías. Algún día Aznar tendrá que responder a la pregunta de por qué no fue Mayor Oreja el elegido o por qué no dejó que su partido lo eligiese. En fin.
De lo que ha dicho el eurocandidato popular yo me quedo con que afirmó que España está en una crisis provocada por el actual presidente del Gobierno. Que la crisis económica es sólo una consecuencia de la misma. Que el Partido Popular no está dando respuesta a la preocupación de una parte muy importante de los ciudadanos. Que es necesario cambiar la política del PP. Que ese cambio sólo puede hacerse desde dentro del partido y que, por eso, él no se ha ido. Así de fácil; en treinta y pocos minutos de conversación, Mayor Oreja dio respuesta a la pregunta que se hacia mucha gente: se presenta para cambiar el partido.
Y, además, Mayor Oreja les dio una lección a todos los falsos centristas que esta semana se han dedicado a meterse con Rosa Díez. En lugar de llamarla roja, en lugar de recordarle sus viajes a Cuba o de llamarla atea indecente, Mayor Oreja dijo que él está de acuerdo en todo con Rosa Díez y que la única diferencia es que él considera que sólo el PP es alternativa y no un partido pequeño que, a lo sumo, puede convertirse en una bisagra. Si el cariño por Fidel Castro o presumir de progresista es una tacha que deben tener en cuenta los votantes del PP, de ello no se salvan ni el fundador del partido ni la mujer del Mago Merlín del PP.
Recuerdo que con Ciudadanos pasó lo mismo; mientras a algunos del PP su creación les sirvió de acicate, otros les acusaban de querer negociar con Eta –está grabado– o de ser un partido folclórico de extrema izquierda –que también está grabado y escrito.
Rosa Díez tiene razón en muchas de las cosas que plantea y el votante del PP está de acuerdo con ella. A mí que sea ella la que ha levantado la liebre sobre la ley electoral o el final del desarrollo autonómico o que haya asumido la idea de Ciudadanos de retornar la competencia sobre educación al Estado, me parece estupendo; que el PP las tome como propias sin complejos o, mejor dicho, que los que no tienen complejos en el PP las hagan suyas, mejor aun.