Ante la propuesta del Gobierno de aplicar pena de barrote a los políticos malgastadores, o como se ha dicho, a los que no cumplan los objetivos de déficit o algo así, Esperanza Aguirre ha dicho lo obvio: eso ya está en el Código Penal. El caso Urdangarín, ni más ni menos. De hecho, las explicaciones sobre el destino de los fondos públicos, que pide casi por favor el timorato auto del juez de Palma, las deberían dar antes los políticos de todos los partidos y encastes que el duque y los otros integrantes del círculo cerrado de toma de decisiones. Más que nada, que al fondo público le sucede como cuando se pasa de gusano a mariposa, que dice Carlos Goñi: que no hay vuelta atrás. Pero no quiero yo remover ese cajón, que ya tendremos tiempo.
Los miembros del Gobierno deberían tomar ejemplo de Rajoy: si lo que van a decir no es más bello que el silencio, no lo digan. Ya ven que hoy estoy de repaso de grandes éxitos del pop español. Los políticos mediocres sienten la necesidad de anunciar medidas de todo tipo; debe ser el cargo, que provoca incontinencia. Recuerden a Chacón jurando que mientras ella fuera ministra de Vivienda ningún niño iba a dejar de nacer porque sus padres no pudieran pagar la hipoteca. Hasta en el PP han sentido esa necesidad y miren que, como les he dicho, tienen a un maestro en eso del control y medición de los tiempos, que es el propio presidente del Gobierno.
Los anuncios sobre la multirreincidencia, la apertura de los juzgados en agosto o la persecución penal de los políticos desviados del presupuesto, pueden ser interesantes, incluso necesarios; ahora sólo falta que antes de soltarlos se piense mínimamente cómo se quieren llevar a cabo. Acabar con la entrada y salida inmediata de comisaria de los carteristas del metro está fenomenal, aunque sólo sea para que en Antena 3 los reporteros de A Fondo no nos cuelen una y otra vez las mismas imágenes. Pero si en lugar de decirlo, se presenta un plan con las leyes que se van a reformar y cómo, mucho mejor. Y con las penas de cárcel condicionadas al incumplimiento de la futura ley de transparencia, pasa lo mismo. Empiecen por lo sencillo, que es acusar a un político de malgastar; los tienen de todos los partidos, en todas las administraciones y sin necesidad de tirar del efecto retroactivo. Hay de todo y no prescrito aún. Busquen comisiones en las puertas de embarque, que es lo único que encontrarán. O, es más, empiecen por lo sencillísimo, y no presuman de no enmendar a los que construyen naciones con cargo a los presupuestos. Y luego ya veremos.