Parece que el PP anda enfrascado en la tarea de facilitar la permanencia del PSOE en el Gobierno, en lugar de intentar librarnos a los españoles de tan pesada e injusta carga. Diríase que algunos populares se han empeñado en ofrecerse como coartada recurrente frente a cada tropelía cometida por los socialistas.
En primer lugar, la inefable doña Beatriz Rodríguez-Salmones defendió la existencia del canon digital, es más, apoyó la creación de una nueva agencia cuyo alumbramiento vendría marcado por su vocación de superponerse a la indecente SGAE. Es decir, albarda sobre albarda, pero todos tranquilos que pagamos los contribuyentes. Esta señora no encontró mejor etiología al desértico aspecto que presentan las salas donde se proyecta cine español, que atribuir a la piratería la causa de semejante falta de interés en el público. Como si no se hubieran enterado de que las españolas no las piratea nadie, pues, en su inmensa mayoría, vale más el CD virgen que lo que hubiere de piratearse.
Tampoco faltaron coartadas entre los populares al despropósito de llamar matrimonio a las uniones entre homosexuales, ¡pero hombre, si matrimonio significa oficio de madre! En lugar de defender la igualdad de derechos y de obligaciones, cosa esta última muy olvidada, no faltaron coartadas al PSOE. Así, apoyaron el matrimonio homosexual un puñado de diputados autonómicos y nacionales, el presidente de Nuevas Generaciones de Almería y, cómo no, los once eurodiputados que votaron a su favor en la Eurocámara.
Esta semana, el Gobierno ha sometido a los españoles a uno de los mayores ridículos de los últimos tiempos, probablemente sólo comparable a la torticera y cobarde salida de Irak en plena reconstrucción del país. Chacón y Zapatero, que son una y la misma cosa, han decidido, sin encomendarse a nadie, abandonar unilateralmente la misión conjunta de la que España forma parte en Kósovo. No han avisado a ninguno de sus aliados, deben creerse que una misión militar es como una partida del "Estratego" o algo similar.
Pues bien, en lugar de analizar las implicaciones de tan imprudente acción, han salido los coartadas de turno, en este caso Gustavo de Arístegui y de nuevo Beatriz Rodríguez-Salmones. Ambos se han precipitado, cual gavilanes polleros, a apoyar la acción del Gobierno. No han tenido en cuenta que, en las relaciones internacionales, siendo el fondo importante, no lo es menos la forma. Las consecuencias de este enésimo despropósito de Zapatero, como siempre, las sufriremos todos los ciudadanos.
No tenga ninguna duda el lector, ya verá cómo en una cuestión tan clara como la oposición a la barbarie que significa el aborto –que será causa de oprobio de todo Occidente– habrá algún diputado o diputada que saldrá apoyando matizadamente las tesis de Aído. ¿Por qué Rajoy no toma las riendas del grupo parlamentario y logra convencer a sus diputados sobre lo inconveniente de que anden facilitando balones de oxígeno al Gobierno? Es imprescindible que los populares dejen de servir coartadas en bandejas de plata. ¿No se dan cuenta de que con más de cuatro millones de parados deberían estar a más de diez puntos de ventaja en las encuestas? Aunque para paliar electoralmente el efecto de la crisis no faltan voluntarios como Sepúlveda, Bárcenas, los espías Mortadelo y Filemón (Rubalcaba dixit) y, por supuesto, Gallardón.