Los grandes humoristas se han caracterizado siempre por haber sido capaces de ridiculizar de un modo hiriente al poder público, y al mismo tiempo haber tenido la habilidad suficiente como para retratar el clima, o el estado de opinión, de una sociedad en un momento concreto. Antonio Mingote, uno de los mayores genios del humor gráfico en la historia de nuestro país, retrató el clima español, ante un referéndum absurdo al que fueron convocados los españoles, con un "Vote Gundisalvo; a usted qué más le da".
Han pasado muchos años y nos encontramos ante una situación similar. El paisaje que contemplamos subleva el espíritu de cuantos lo observan. En los escombros de la mítica Persia, hoy tétrico Irán, se han celebrado unas elecciones de pantomima. En un país sometido a una tiranía supuestamente teocrática, donde ni siquiera se reconoce la dignidad de la mujer, la homosexualidad se castiga con la horca, o los jóvenes han sido privados del acceso a internet, se ha producido una consulta popular entre dos Gundisalvos.
Como pasaba en la España de los cincuenta, cuando se presentaban varias listas de Falange en las elecciones municipales, no por ser todos iguales a fuer de ser los únicos, es indiferente la victoria; la moqueta, el despacho y el chófer no son bienes despreciables, y mucho menos en los países pobres. En el Irán incivilizado, aunque integrante de la infame "Alianza de Civilizaciones", se andan produciendo manifestaciones, expresiones de descontento masivas ante el presumible pucherazo perpetrado por su actual presidente Mahmud Ahmadineyad. Su Gundisalvo alternativo es Mir Husein Musavi.
Parecemos las liebres de la fábula discutiendo si son galgos o son podencos, ¿qué más da? Son los candidatos autorizados por un régimen tiránico basado en el terror como es el de los ayatollahs, que dejó Homeini como herencia hace ahora veinte años. El Consejo de Guardianes integrado por seis clérigos islámicos del máximo rango y seis adeptos decidirá quién es el candidato más conveniente para continuar sembrando el terror. Lo importante para el Gobierno iraní no es que la población padezca una tasa de paro del 30%, lo fundamental es mantener a Hizbolá en el Líbano, a Hamás en la franja de Gaza y desarrollar su potencial nuclear.
Seguirá siendo una cuestión esencial el mantener un decidido aire antiamericano, para que los acomplejados progres europeos les continúen prestando los medios de comunicación necesarios para vomitar su propaganda. Sea Ahmadineyad o Musavi, la política respecto al Estado de Israel será la misma; la amenaza y la agresión encubierta, es decir, el hostigamiento incesante al único Estado democrático de la zona. Un Estado rico como Irán está sometiendo a su población a un empobrecimiento deliberado. Sólo con una sociedad mayoritariamente analfabeta y aislada del exterior, se puede sostener un régimen así. Me da igual quien gane. Me importa quien ayudará a Israel pasado mañana frente al Gundisalvo de turno.