Rubalcaba se va a hartar de hacer excursiones por toda la geografía española y, a lo largo y ancho de la misma, se va a ver pagado con incertidumbre. Rubalcaba ha estado con todos los gobiernos del PSOE, y en todos ellos ha desempeñado un papel superador del puesto. Durante su ejercicio del poder, Alfredo Pérez ha sido un maestro en el ejercicio de la mentira, y ha hecho gala de una carencia axiológica claramente patológica. El verdadero problema lo tiene ahora, porque ha de conseguir en unos meses desterrar el discurso de la renovación y el cambio, que nos vendieron durante los años de oposición y gobierno encabezados por Zapatero.
Rubalcaba ha viajado a Sevilla para entrevistarse, en secreto conocido, con Griñán, el último sociata en la poltrona bética, porque sospecha de lo que éste haya podido prometer o apañar con Carmén Chacón. Pero también tendrá que carearse con los dirigentes en la oposición de buen número de autonomías que le huyen en la foto como gato al agua hirviendo. Cada vez que Alfredo Pérez abandone una reunión, deberá reflexionar acerca de si su interlocutor se comportará como éste le ha indicado o, por el contrario, obrará como él mismo habría hecho en semejante situación, es decir, como más le hubiera convenido en el momento de la decisión, prescindiendo absolutamente de la palabra empeñada en el acuerdo.
De este modo va a recoger don Alfredo el fruto de su falta de fiabilidad que sus compañeros de partido temen y conocen a la perfección. La mentira es un arma muy poderosa, ya lo decía Revel, en cambio su precio a medio plazo es necesariamente el recelo y la reserva. Así, la habilidad para mentir, engañar, actuar torticeramente, falsear y traicionar (y esa maña incluye no sólo la acción directa sino también la complicidad necesaria con otros autores materiales), sólo es útil en la medida en que no es ignorada por todos los demás, quienes siguen tratando al artero cual si fuera caballero.
Ya no puede ser el caso de Alfredo Pérez Rubalcaba, ha traicionado sistemáticamente todo lo traicionable y al tiempo lo más sagrado, a las víctimas del terrorismo, tanto a las de los atentados de la ETA como a las del 11-M, ha traicionado a la nación española y, lo peor para él, es que su felonía es de dominio público. No puedo ocultar que me alegro de que a un personaje siniestro como Rubalcaba se le pague con la misma moneda por él utilizada en beneficio propio.