Muy cerca de la frontera por donde entran la mayoría de inmigrantes ilegales en España está Figueres, capital del Alto Ampurdán (capital del mundo según Salvador Dalí). Allí tiene el PP tres concejales y el veinte por ciento de los votos. A veces más.
Así que Diego Borrego, presidente de su Junta Local, presenta resultados y no sólo vagarosos discursos, que es lo habitual por estos pagos cuando se representa al partido que ha llevado el Estatuto al Constitucional, con el temblor de voz y de piernas que eso provoca. Discursos que van del nacionalismo catalán implícito, sentido y contenido, al patriotismo español más implícito aún, razonado y obligado: el vaivén de la actual cúpula del PPC, con algunas excepciones.
Por decir las cosas con una cierta claridad, Diego Borrego ha sido denunciado ante el juzgado por el PSC, a través de su primer secretario local. Le acusan de delito de provocación al odio, la discriminación y la violencia por motivos racistas; le acusan de difusión de informaciones injuriosas con conocimiento de su falsedad en relación al origen nacional y la raza. Pero, ¿cuáles son exactamente esas provocaciones al odio y la violencia, cuáles esas injurias?
Son, a juicio de los socialistas, las siguientes afirmaciones, vertidas en el artículo de opinión Drets i deures (Derechos y deberes), en el Diari de Girona: “Por supuesto que los inmigrantes son necesarios, pero, ¿tantos? ¿Sin ningún tipo de control? ¿Dando papeles tan alegremente? (...) No hay ningún establecimiento de alimentación [en Figueres] regentado por inmigrantes que cumpla con las normas que marca la ley [de horarios comerciales] (...) ¿Por qué sus hijos no pagan ni el comedor ni las excursiones escolares y los nuestros sí? (...) ¿Por qué se ha suprimido la carne de cerdo en las comidas escolares? ¿Por qué no pagan los libros escolares de sus hijos y nosotros sí? ¿Por qué las mujeres inmigrantes que tienen un hijo reciben un cochecito gratis y las nuestras no?”
Si lo anterior incita al odio y la violencia, si constituye un conjunto de injurias, el debate político es imposible. Se puede estar o no de acuerdo con Diego Borrego, quien, por cierto, deja más preguntas que respuestas, aunque sean preguntas que afirman. Lo que corresponde al PSC es demostrar que miente, si pueden. Las preguntas que se hace el popular se las plantean muchos de sus conciudadanos de derecha e izquierda. Esperamos que Diego Borrego reciba el inmediato apoyo jurídico y moral de la calle Génova, donde quizá no conozcan su nombre.
La izquierda cree que se puede manejar un asunto tan difícil como el de la inmigración con regularizaciones masivas y demagogia lacrimógena. Ahora suman otra herramienta: las denuncias estigmatizadoras. Es lo suyo, quieren hacer imposible el debate. Y mantener asustada a la oposición.