Un par de cargos institucionales socialistas familiarizados con las peculiaridades de la sociedad del conocimiento han denunciado con contundencia el atraco del canon digital. Especial interés tiene lo de Carlos Castro, director general de Telecomunicaciones y Sociedad de la Información de la Junta extremeña: "Visto lo visto, mereceríamos perder. Querer ganar el gobierno, sólo con el favor de una clase artística mediocre, que no sabe vivir sin las subvenciones y los diezmos, es una vergüenza. La gran mayoría estamos de espaldas a esos especuladores que se llaman progres y que mima esta izquierda mendicante de favores."
Lo suscribo entero. Se dirá que Castro y su conmilitona eurodiputada son golondrinas que no hacen primavera, voces sueltas y disonantes en el PSOE. Sueltas sí, pero no disonantes, pues en el coro de la izquierda no se oye nada más. El silencio las circunda. En general, los socialistas están callados, quizá por la vergüenza que atraviesan desde que la sociedad española asistió a la sonrojante ceremonia del pago del rescate gubernamental, consumación de un secuestro ideológico o de un chantaje cuyos términos desconocemos, pero cuya plasmación no escapa a nadie: ocurrió casi en el último minuto del último período de sesiones de la legislatura. Es obvio que Z se había estado haciendo el remolón. Y también que acabó cediendo: la legislatura no acaba sin que nos apruebes eso, macho. ¿Por dónde tienen cogido a Z? ¿Con qué tenazas? ¿Por qué motivo? O, como diría la tropa mendicante: ¿hay motivo?
Ha de haberlo, y muy gordo tiene que ser para que Z asuma el coste que asume a dos meses de las elecciones, para granjearse la animadversión de la red social más nutrida del internet español, donde previsiblemente se encuadran buena parte de los nuevos votantes. Sería de una asombrosa justicia poética si la panda política de los improvisadores sectarios que en aquella ignominiosa gala de los Goya fue elevada a los altares paganos por los titiriteros y la farándula cayera ahora en desgracia por entregar a sus benefactores la millonaria contraprestación.