Tarik Ramadan no es un simple profesor universitario progresista, como los muchos que hay, que en algún momento de su vida ha podido expresar una vaga simpatía por el islamismo, incluso el islamismo más radical. De esos hay muchos, y Tarik Ramadan no es uno de ellos.
Tarik Ramadan no es tampoco un extremista que vaya preconizando abiertamente la yihad y defendiendo la sharia, el terror y el totalitarismo islamofascista. De estos, en Occidente hay menos que de la especie anterior. Los hay, sin embargo, pero Tarik Ramadan no es uno de ellos.
Tarik Ramadan es un intelectual bastante sofisticado que ha elaborado una idea de fondo sobre la relación de Occidente con el Islam. La idea es sencilla, importante y terrible. Según Ramadan, Occidente, y muy en particular Europa, ha perdido la fe. Es una civilización sin creencias, aquejada de un profundo malestar espiritual e intelectual.
A partir de este diagnóstico, Ramadan empieza a elaborar su teoría. Para él el Islam tiene que venir a salvar a Occidente del estado de postración en que le ha sumido el olvido del cristianismo y del judaísmo. Los inmigrantes musulmanes instalados en Occidente son, según él, la primera ola de esa gran conquista espiritual que el Islam debe proponerse como misión: reinstaurar la espiritualidad en Occidente, pero no cualquier espiritualidad, sino aquella que culmina y deja atrás a las otras dos religiones monoteístas, el cristianismo y el judaísmo. Según Tarik Ramadan, el Islam es la religión que salvará a Occidente de su decadencia. El Islam es el futuro de Occidente y de Europa si es que Occidente y Europa quieren salir de la crisis en la que se encuentran.
A muchos estas afirmaciones les sonarán a puro y simple delirio. Lo son, por supuesto y lo son en todo: en su consideración de los inmigrantes musulmanes, en su proyecto de salvación de Europa, en el argumento de que el Islam es la culminación de las otras religiones monoteístas.
Pero también constituyen una forma muy elaborada de presentar la actual crisis europea y el papel que el Islam puede tener en ella.
Desde España, suenan particularmente verosímiles.
Primero porque la conquista que Ramadan preconiza sería aquí una reconquista, la de un territorio previamente islamizado que se reconciliará consigo mismo si acepta otra vez la raíz islámica de su propia cultura. (Les suena, ¿no? Efectivamente, Juan Goytisolo está entre los invitados de la Fundación Atman sobre la llamada Alianza de Civilizaciones.)
Segundo, porque lo que aquí se ha acelerado desde los atentados del 11 de marzo, que es la deconstrucción y en el fondo la destrucción de la nación española, no es, desde la perspectiva de Ramadan y sus huéspedes, más que el primer paso, la fase experimental, podríamos decir, del proceso que se aplicará dentro de algún tiempo en el resto de Europa. Tarik Ramadan juega en esto exactamente el mismo papel que los nacionalistas llamados moderados han venido jugando aquí desde 1978. Y sus huéspedes, el mismo que han tenido en el proceso que ahora ha empezado a dar sus frutos.
Seguro que a partir de ahora Tarik Ramadan viene muchas veces a nuestro país. A nuestro desgraciado país.