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Champions League

José Manuel Puertas

La delgada línea blanca

En el deporte, la delgada línea que separa el fracaso del éxito es injustamente fina. En Real Madrid, posiblemente, aún más.

En el deporte, la delgada línea que separa el fracaso del éxito es injustamente fina. En Real Madrid, posiblemente, aún más.

24 de Mayo de 2014, Estadio Da Luz, Lisboa. El Atlético de Madrid vence por 0-1 la final de la UEFA Champions League al Real Madrid, cuando ya pasan dos minutos y cuarenta y cinco segundos del tiempo reglamentario. A orillas del Manzanares, muchas almas sueñan ya con la primera Copa de Europa del club colchonero, mientras a escasos kilómetros, en el coliseo de Concha Espina, la afición del Real Madrid, entre la desazón y la esperanza de agarrarse a un clavo ardiendo, aún aspira a un milagro que lleve el partido al tiempo extra.

En ese momento, en el magnífico estadio sede del Benfica, Luka Modric bota un córner para el Real Madrid. Es la última opción blanca. El magistral golpeo del croata sale templado, medido, al corazón del área, donde la exhausta zaga rojiblanca no puede evitar que aparezca imperial la figura de un Sergio Ramos que ya fue el héroe madridista en dos acciones similares ante el Bayern de Múnich en semifinales. Juanfran, cojo, poco puede hacer más que estorbar. Gabi, excelso toda la temporada, no se maneja en balones aéreos. Tiago no guarda sus espaldas, y Godín tampoco evita la entrada de un expreso llegado desde Sevilla para llevar el partido a la prórroga. Como mandan los cánones, el remate del defensa va picado, abajo, pegado al palo. Imposible para Courtois. Los siguientes segundos se hacen eternos, como a cámara lenta. La afición rojiblanca enmudece, y los merengues cierran los puños.

Sin embargo, aquel balón de Ramos acaba muriendo en el palo de Thibaut Courtois, en la última oportunidad del Real Madrid de prolongar un partido que, dos minutos más tarde, termina con la gesta del Atlético de Madrid. Los rojiblancos consiguen, por fin, reinar en Europa. La Décima continuará siendo una obsesión en la casa blanca un año más.

A partir del momento en el que Björn Kuipers pita el final del duelo, y comienza la fiesta colchonera, arranca, una vez más, un proceso conocido por todos: la autofagocitación del Real Madrid. Aficionados, prensa, y directivos, comienzan a buscar culpables, bien de forma pública o bien de manera privada. Nadie entiende ahora que los blancos tirasen la liga. "Total, para perder la Champions", esgrimen como argumento. Los primeros señalados tienen nombre y apellidos: Iker Casillas y Carlo Ancelotti. Del portero, tantas veces héroe, corren ríos de tinta por su grave error en el gol de Godín. Su ya complicada situación con buena parte de la grada y prensa blanca, se vuelve insostenible, y, tras el Mundial, el de Móstoles anuncia que jugará en la Premier League la próxima temporada, entre el enaltecimiento del resto de la prensa y aficionados blancos, que morirían por Casillas hasta el último día, hiciera lo que hiciera y rindiera como rindiera. Al técnico italiano se le acusa de no cuajar en los partidos importantes de la temporada, salvo en la final de la Copa del Rey, y pese a que su gestión de la final de Lisboa y sus cambios fueron correctos y cambiaron el partido, Carletto es destituido apenas una semana después del partido en Lisboa, y busca reencontrarse a sí mismo regresando a un Milán en horas bajas al que buscará reflotar.

Otros damnificados de la derrota en Da Luz son Asier Illarramendi, Sami Khedira, y Fabio Coentrao. Con el primero, que no jugó en la final, se acaba la paciencia en apenas un año. El elevado traspaso pagado por él no deja tiempo para la adaptación en esa máquina de triturar carne humana que es el Real Madrid, y el vasco sale cedido a un Eibar de primera donde volverá a huir de un nivel de presión que en ningún momento pareció saber gestionar. Por su parte, Khedira y Coentrao aceptan una oferta a la baja para reencontrarse en el Chelsea con un Jose Mourinho que les recibe con los brazos abiertos en Stamford Bridge.

Por su parte, Raphael Varane entra en conflicto con el club. El joven central francés, empecinado en jugar el Mundial, desoye los consejos de los médicos del club para que opere su maltrecha rodilla, y forma parte de los Bleus en la cita de Brasil, algo que cae como una bomba en Concha Espina. La situación se vuelve insostenible, y el Real Madrid decide traspasar al galo al mejor postor. Paris Saint Germain, Mónaco y Chelsea son los que más pujan por Varane, que en breve decidirá su futuro lejos del Santiago Bernabéu.

Otro francés, Karim Benzema, también es centro de la crítica. Su más que aceptable temporada no es suficiente crédito para su mal último mes de competición, acuciado especialmente en el duelo ante el Atlético de Madrid. El ex de Olympique de Lyon se mueve en el filo de la navaja durante varias semanas, pero finalmente la salida de Morata cedido al Getafe y la eterna confianza de Florentino Pérez en él le mantiene en la plantilla merengue un año más. Eso sí, Benzema pasará a ser el segundo 9 del Real Madrid, toda vez que este verano llegará otro delantero de primer nivel mundial al equipo blanco, por ejemplo Luis Suárez, previo pago de una astronómica cifra por el uruguayo, claro está.

Pocos jugadores no salen cuestionados de la cita lisboeta. Carvajal, Pepe, Ramos, Modric, Xabi Alonso, Bale y Cristiano Ronaldo son los únicos jugadores que en ningún momento de la postemporada ven su nombre en la lista de posibles salidas de la entidad de Concha Espina. Para el resto, el verano se hace largo, entre especulaciones, rumores, posibles salidas y marchas confirmadas. Entre tanto, la entidad blanca cierra el fichaje, además del de Luis Suárez, de un nuevo entrenador, pongamos Jürgen Klopp o Joachim Löw, de un portero, dos laterales, uno derecho y otro zurdo, un central, un mediocentro, un mediapunta con llegada, y otro delantero centro. El enésimo proyecto en busca de La Décima vuelve a partir casi de cero, pero con la misma exigencia de siempre, aquella en la que todo lo que no sea ganar la orejona será un fracaso para buena parte de la opinión pública. Entre tanto, Florentino Pérez pasa varias semanas despertándose cada noche entre gritos de "¡¡La Décima, La Décima!!".

Es cierto, todo esto que han leído no es más que fruto de la imaginación de quien firma estas líneas. Pero, ¿creen los lectores que, de haber muerto en el poste ese balón de Ramos el panorama de las próximas semanas no se habría parecido a este?

En el deporte, la delgada línea que separa el fracaso del éxito es injustamente fina. En Real Madrid, posiblemente, aún más. Todo depende de un balón que entra, una mano de un portero que llega o no, o un poste más o menos ancho por milímetros. Así es el fútbol, y así es más que nadie el Real Madrid.

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