No comparto la opinión de los que sostienen que la Suprema de Triana ha huido cobardemente de la batalla por la Secretaría General del PSOE. No, no creo que ese sea un análisis correcto. Huida no, retirada estratégica. Por el mismo motivo, la comparación con la zorra de la célebre fábula de Esopo tampoco es acertada, a mi juicio. Esta zorra es otra zorra; me explico, y advierto que carezco de animus iniuriandi. La zorra de la fábula, viendo inalcanzable el racimo de uvas, después de haber intentado cogerlas, manifestó hipócrita y desdeñosamente, sabiéndose impotente, aquello de: "Están verdes". Esta zorra (y digo "zorra" en sentido antonomástico, porque, según el común parecer, el animal es la viva alegoría de la astucia), sin embargo, advirtió, aunque fuera al segundo vistazo (pues, en efecto, a bote pronto, intuitivamente, juzgó apetitoso el racimo), que las uvas no estaban en sazón.
El otro día (cuando la zorra -por seguir con la metáfora- aún no había escrutado el racimo con cuidado interés) nos congratulamos pensando que su buena estrella acabaría siendo una estrella fugaz, si se embarcaba en la aventura sucesoria. Sin embargo, nuestro gozo duró lo que dura un orgasmo; la taimada Susana advirtió la inoportunidad de la ocasión. Ladinamente, embridó su inconmensurable ambición y –abusando, con perdón, de las metáforas- se refugió humildemente en su crisálida para esperar con paciente astucia la llegada de la primavera y con ella la eclosión, metamorfoseada en atractiva mariposa. Y es que ese es su plan: dejar que en estos momentos, en que los oscuros nubarrones anuncian tiempos tormentosos -nada propicios para gobernar el partido y mucho menos para triunfar en las urnas-, sean otros los que se postulen para chivos expiatorios del anunciado fracaso.
Lo ha confesado, ha dicho que no descarta asumir "otra responsabilidad" en el futuro, que el tiempo lo dirá. Esto, freudianamente, revela que en verdad lo que desea de todo el proceso sucesorio no es más que fracaso; y que cuando eso ocurra (es decir, después de que otro –llámese Madina o Sánchez– pierda las elecciones generales de 2015 y de que ella gane las andaluzas) todas las miradas se volverán de nuevo, anhelantes, hacia ella. Entonces se encontrará, más que enaltecida, agigantada; más que agigantada, Suprema, y más que deseada, necesaria. Entonces, sin duda, será su hora.
Sepan, sin embargo, los ingenuos que esperan otra cosa que ninguna regeneración será posible ya en el PSOE. ¿Cómo habrá de haberla si se fía a la federación más corrupta de España? No sólo del PSOE, sino de todos los partidos juntos.
Llegado el caso, me alegraré -y lo digo con toda la malicia del mundo; pues es maldad grande desear al prójimo que padezca las propias calamidades- de que el país deguste el dulce y deseado néctar del socialismo a la andaluza. Echaremos de menos a Zapatero. ¡Al tiempo!