Abdicó el zar de Andalucía Pepe II, el Sencillo (no confundir con Pepote, Pepe I); aunque al decir de algunos, le cuadran más otros sobrenombres, como el Sufrido, el Soberbio, el Trolero y, ahora, los de el Breve y el Cobarde.
Se va, dice. Pero no es verdad. Se esconde. Se esconde en la madriguera del Senado, inaccesible al hocico de Aris, el perro que tiene la juez Alaya para seguir el rastro a los mangantes; sabe que de ahí sólo podrá sacarlo un hurón con ropones negros —que es animal, para los poderosos, menos fiero y más domesticable que el perro; este antiguo poema lo retrata divinamente:
Manso animal, y juntamente fiero,
doméstico y salvaje, astuto y necio,
es el mudacolores lisonjero.
A quien tienen los grandes en gran precio,
porque lo que ellos quieren, eso quiero.
Se va y da sus razones; digo, sus mentiras. Francamente, a mí me dan risa. Lo de las razones personales de carácter familiar, por ejemplo; nos quiere hacer creer que sus obligaciones familiares son incompatibles con su dedicación —perdón, quise decir, entrega, sacrificio— pública. ¿No hay alguna otra responsabilidad, algún otro carguito, que pueda dejar, por ejemplo, Presidente del PSOE o Secretario General del PSOE-A,? ¿Es lógico que para disponer de más tiempo para su familia, asuma, además del cargo de parlamentario andaluz, la condición de senador, que le obligará a ausentarse frecuentemente de Andalucía? ¿O es que sólo se tratará de trincar sin trabajar? ¿Nos toma por tontos? No cuela.
Otro de sus motivos —perdón, quise decir mentiras— es la renovación. Con mayúsculas, Renovación. Renovación ética y generacional. Esto, más que para reír, es para descojonarse. La renovación ética consiste, según ha venido diciendo, en la limitación de los mandatos —sólo del suyo; a la fuerza ahorcan—, y en la elección democrática del candidato —ya hemos visto las "primarias de Susanita" (me refiero al proceso de su designación como candidata), ejercicio de democracia que, efectivamente, se plasmará como modelo en los manuales de la ciencia política—.
¡Renovación generacional!, ¡si siguen los mismos de hace 35 años, si podrían estar la mitad jubilados (y lo estarían si se les permitiera cobrar, además de sus sueldos, también la pensión)! Relevo generacional: Guerra, Chaves, Zarrías, Griñán, Caballos, Gracia… ¡Qué risa! Tal vez, lo que quiere decir es que han ampliado la plantilla; porque irse, lo que se dice irse, no se ha marchado ninguno.
Y ahora, me refiero a que el mes pasado no lo consideró, la renovación también es de género. Yo, sinceramente, estaba esperándolo. Ya estaba tardando en hacer alarde de su feminismo de corral. Porque al Sufrido le encanta gallear rodeado de sus cluecas siempre que se le presenta ocasión; que suele ser, al menos, una vez al mes, preferentemente en Canalsur. ¡Es muy feminista! ¡El más feminista! Sólo le falta decir: llamadme Pepa.
Pero en fin, no todo es de risa. Dice, por último, que se va para que ningún escándalo salpique a la Junta y a Andalucía. ¡Que ningún escándalo salpique a la Junta! ¡Pero si el escándalo es la Junta!
El escándalo consiste precisamente en eso: en que desde la Junta de Andalucía se diseñó un sistema (convenio de julio de 2001 entre la Consejería de Empleo —Viera— y el IFA, hoy agencia IDEA —Fernández, su viceconsejero—) que fue presupuestariamente alimentado sin límite por la Consejería de Hacienda (Magdalena Álvarez, Griñán, Aguayo). Que en su ejecución se dispuso arbitrariamente de los fondos destinados a ayudar a los desempleados y a la promoción del empleo para fines partidistas —yendo a parar buena parte de esos dineros a los bolsillos de los gestores e intermediarios. Daños colaterales—.
¡Preservar a Andalucía!, ¿De qué? ¡Si la mayor amenaza son ellos, los que la han venido gobernando más de 30 años! ¡Los que la han hundido y expoliado!
El mal de Andalucía consiste en ser la región más atrasada de España, de las más atrasadas de Europa. A la cabeza del paro y la corrupción, a la cola de todo lo que significa bienestar y servicios sociales. Eso es Andalucía, y eso le debemos al socialismo y a gente como Chaves y Griñán (alguien que lo conoce bien dijo de él "Griñán es Chaves con más soberbia"; ¡qué razón tenía!)
Y ahora, para colmo, pretende marcharse en olor de santidad.
Pues, despidámoslo como se merece, a la manera de Fernán Gómez: ¡Váyase a la M…! ¡A la M…, hombre!