Andan las difuntas fuerzas vivas de Liliput excitadísimas por lo que se les antoja un acontecimiento histórico de dimensiones extraordinarias, colosales, épicas, a saber, que 6.997.100 ciudadanos de Cataluña no concurrimos a una manifestación independentista en Bruselas el sábado pasado. Pues, según el cómputo de la Policía belga, apenas 2.900 acarreados integraron la marcha transpirenaica a favor de la autodeterminación. Y eso, pese a que tanto el autocar como el preceptivo bocata de mortadela les salían gratis total a los creyentes.
En fin, histórica, lo que se dice histórica suele ser la afluencia de los catalanes –y las catalanas– al Festival Internacional del Cine Porno que se celebra anualmente en Hospitalet del Llobregat con la colaboración del Excelentísimo Ayuntamiento. Ahí sí que se refrenda por aclamación un hecho diferencial incuestionable. Impresionantes las colas que se forman a la entrada del recinto ferial. Imponente el espectáculo coral de esas disciplinadas muchedumbres en ordenada fila india a la espera de adquirir los abonos.
En puridad, trátase de un fenómeno de masas quizá sólo equiparable a aquellas hileras infinitas que se podían contemplar a las puertas de los paupérrimos almacenes de Moscú tras la suspensión de la NEP y la puesta en marcha del Plan Quinquenal. Si de ese singular rasgo identitario dependiese, Cataluña, nadie lo dude, ya se habría constituido en un estadito soberano asociado a Turquía y Marruecos en su común pretensión de ser admitidos en la Unión Europea. Sin embargo, el firme compromiso de nuestra sociedad civil con tal rama de la industria lúdica jamás suscita ni un triste editorial admirativo del Avui. Vivir para ver (y nunca mejor dicho).
Volviendo al otro asunto, el que a nadie importa, en el fondo, no se trata de una cuestión cuantitativa, sino de pura inconsistencia lógica. Imaginemos que los 6.997.100 catalanes ausentes sí nos hubiéramos manifestado en Bruselas... ¿Y qué? Si las naciones tienen derecho a declararse soberanas precisamente por ser naciones, nada habrá más absurdo que reclamar referendos de autodeterminación ¿Qué valor tendría en ese caso el resultado final del escrutinio? ¿A qué preocuparse por lo que opine la gente al respecto si el ente metafísico llamado "nación" existe por sí mismo y con independencia de la voluntad popular? ¿Pillamos el conceto, companys?
Oiga, impresionante lo de Hospitalet.