Tómenme si les place por extravagante, pero, para mí, la palabra institucional del Partido Popular todavía vale más que la de un despreciable robaperas, ese Bárcenas que apartó veintidós millones de euros a una cuenta en Suiza. Y de todas las palabras que pronunció su líder el sábado ante la Ejecutiva me quedo con éstas:
Trabajo para vivir en un país en el que sean necesarias pruebas y tribunales para juzgar, encausar y condenar.
Porque ésa es la muy precisa linde moral que distingue a las sociedades decentes de los patios de comadres, donde impera, soberana, la ley del infundio y de la maledicencia interesada.
Y pruebas contra el Partido Popular, hasta el momento, no hay ninguna. Absolutamente ninguna. Todo lo publicado el domingo por el diario El País entre grandes alharacas tipográficas constituye lo que los exquisitos llaman bullshit. No tienen nada contra el PP. Nada de nada. Aquí, y por mor de esa querencia tan hispana por el espectáculo, la caligrafía nos está tapando el bosque. Porque, a efectos probatorios, lo de menos habrá de ser que la letra manuscrita de las fotocopias corresponda o no a Bárcenas. Olvidémonos por un momento de los grafólogos y su muy vistosa ciencia, y recordemos el abecé del Derecho Procesal. De las tres condiciones que la ley impone para admitir la antigüedad de un documento, los papelitos de El País no cumplen ninguna.
Pues ni constan en escritura pública, ni fueron incorporados en su día a un expediente oficial ni su autor presunto ha muerto. En consecuencia, jamás podrían adquirir la condición de pruebas judiciales ante un tribunal. Que esa libretilla luzca ajada e incorpore la escritura de Bárcenas apenas la convierte en morralla periodística, carnaza difamatoria para incendiar los quioscos. En eso y solo en eso. Desde el punto de vista legal, simplemente, no existe. Así las cosas, y mientras no aporten testimonios personales o genuinas pruebas materiales, la lista de El País no dejará de ser nada más que un remake financiero-contable de Los protocolos de los sabios de Sión. Lo tan voceado por el diario global podría servir, sin duda, para abrir mil telediarios, pero no valdrá para abrir una causa en juzgado alguno. Y si no, al tiempo. Lo dicho, bullshit.