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José García Domínguez

Los extremeños se tocan

Puesto que la Junta no puede exhibir muchas estadísticas de excelencia escolar, rankings internacionales donde despunten sus universidades o listado alguno de patentes industriales autóctonas, ha optado por enseñar cómo masturbarse a sus futuros parados.

Parece que, a falta de otros asuntos con que entretener el ocio de sus funcionarios, la PSOE de Badajoz ha dado en promover una adaptación rigorista de "Los extremeños se tocan", aquella célebre astracanada de don Pedro Muñoz Seca. Así, puesto que la Junta no puede exhibir muchas estadísticas de excelencia escolar, rankings internacionales donde despunten sus universidades o listado alguno de patentes industriales autóctonas, ha optado por enseñar cómo masturbarse a sus futuros parados. "El placer está en tus manos", anuncia con sutil agudeza el lema de ese gran esfuerzo pedagógico que ahora consume las energías de la las autoridades regionales. De tal guisa, un deporte privado que en todo el universo mundo se practica bajo la premisa del más estricto autodidactismo, en Extremadura ha pasado a engrosar la nómina de obligaciones de los poderes públicos.

A la izquierda de antes, la ilustrada, esa fijación por los menesteres de la entrepierna le vino cuando los barandas de la Escuela de Frankfurt mezclaron las churras del marxismo con las merinas del psicoanálisis. Delirante promiscuidad epistemológica que, con el tiempo y el declive de la letra impresa, nos llevaría de la Sexpol de Wilhelm Reich a las bolitas chinas de Cándido Méndez. Y es que los liberados de la UGT también andan ahora por la promoción institucional del onanismo vindicativo. De ahí que hayan premiado con una reproducción de ese adminículo erótico asiático a todos los partícipes en el Congreso de la Federación de Limpieza. Bolas, por lo visto, tienen de sobras. Cosa muy distinta es el empleo que han decidido hacer de ellas en estos tiempos de crisis.

Por lo demás, al observador atento no se le escapa lo que hay de impostado tras tanto alarde de modernísima desinhibición; ésa de la que igual presume Odón Elorza, el alcalde de San Sebastián, propalando en público su íntima afición a los solitarios. Y no porque traten de banalizar el sexo, de por sí algo bastante banal. Sino porque dejan traslucir su conformismo borreguil de toda la vida. Contra lo que ellos pretenden, ya no hay heterodoxia ni provocación alguna detrás de esa pueril alharaca, sino justo lo contrario: sumisa obediencia a los más prosaicos convencionalismos de la época. Como hicieron antes. Como ahora hacen. Como siempre harán, por mucho que nos hablen a humo de pajas.

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