Como siempre que procede avanzar otro pasito más hacia la Edad Media, el PSOE, entusiasta, es el primero en dar la orden de marchen. Ahora, según el palabro de moda entre las partidas carlistas que cercan la Carrera de San Jerónimo, toca "blindar" el pufo vasco; o sea, que procede elevar a la dignidad de Ley de las Cortes toda la hojarasca reglamentaria segregada por ese tocomocho fiscal llamado Concierto Económico. Y es que a imagen y semejanza de Franco, que sólo respondía ante Dios y ante la Historia, los paisanos de las muy nobles provincias forales pretenden promulgar normas tributarias que únicamente quepa recurrir en el Tribunal Constitucional.
Se ve que no les basta con ejercer el derecho de pernada sobre el erario común, exigen, además, pasárnoslo por la cara en las planas del BOE. Y Zapatero, huelga decirlo, está por la labor. Todo sea por promover un nuevo modelo de feudalismo sostenible. Al cabo, ya sólo nos quedará habilitar al Tribunal de Estrasburgo con tal de que él, y sólo él, pueda enmendar las ordenanzas del Ilustre Ayuntamiento de Amurrio; prerrogativa que no habría de suponer óbice para que la comunidad autónoma vasca siga estafando dos mil millones de euros anuales a los demás españoles por el sencillo procedimiento de falsear las cifras del cupo; no como el Gobierno navarro, por cierto, que, más considerado, apenas nos hurta seiscientos sesenta millones cada doce meses por idéntico método.
Está más que claro, el tal Madoff se equivocó de oficio y de país: lo suyo habría sido colocarse de consejero de Hacienda en Vitoria. Así, la célebre "Y" vasca, el tramo del AVE que recorrerá las tres provincias. Ibarretxe licitó las obras, las pagó religiosamente y a continuación... restó el importe de la factura –tres mil millones de nada– a la cifra que debía aportar al Ministerio de Hacienda. Con un par, comoEl Dioni, genuinogurúfinanciero de esos chicos de Deusto. El catedrático Mikel Buesa lo ha calculado: si el País Vasco y Navarra dejasen de saquear por sistema al Estado, cada contribuyente español podría ahorrarse un uno por ciento en el IRPF. En fin, "blindar no es la palabra", acaba de sentenciar Carmelo Barrio –"Tú también, Bruto"–, otro entusiasta de ese gran sueño regeneracionista, la soberanía provincial. ¿Cuál ha de ser, entonces? ¿Liliputizar, quizá?