Como si de un impulso pavloviano se tratara, la Prensa ha dado en apelar a la "sociovergencia", esa inextricable maraña de connivencias transversales que definió al régimen creado por Pujol, con tal de explicar la incursión garzonita en el Oasis. Así, estaríamos ante una operación judicial contra la corrupción de "los políticos catalanes", cajón de sastre donde igual pesarían las siglas del PSC que las de Convergencia. Craso error. Bartomeu Muñoz, el aún alcalde de Santa Coloma, no era nadie dentro de la estructura de poder del PSC. Su caída, pues, no va a traer consecuencia política alguna, ni dentro ni fuera del partido. Al igual que los otros socialistas de cuarta fila salpicados, ese Muñoz apenas representa un papel de mero figurante en la obra. Lo sustituirá en la heredad municipal el marido de Manuela de Madre, un tal Antoni Fogué, y asunto olvidado.
Por el contrario, la detención de Alavedra y Prenafeta sí está llamada a trascender el ámbito de la mera delincuencia común, terreno donde se movieron como pez en el agua desde que Pujol los encumbrara. Y ello no sólo por los vínculos personales que mantienen con el actual núcleo dirigente de Convergencia (Tipel, la sociedad familiar de Prenafeta, fue la única empresa donde trabajó Artur Mas en toda su vida. Así, tras conducirla a la quiebra técnica siendo su máximo directivo, decidió pasarse a la política profesional).
El caso trascenderá porque ambos, Macià y Prenafeta, comparten con Pujol y el propio Mas un nexo mucho más fuerte que la amistad: la demencia. De ahí que ese par de reos, siempre con el aliento de Pujol, andase detrás de los cien remedos de referendos secesionistas convocados para el próximo 13 de diciembre en toda Cataluña. Una iniciativa insurreccional que coordina el notario Alfons López Tena, sustituto de Estevill en el CGPJ y dirigente de la Fundació Catalunya Oberta, el lobby independentista financiado por Prenafeta y de cuyo patronato también forma parte Alavedra.
En un cuento de Poe,La carta robada, la Policía busca un documento importantísimo dentro de la habitación de hotel donde habita el ladrón, ausente en ese instante. Desmontan los muebles, levantan el suelo, derriban las paredes...pero no logran dar con ella. Avispado, el ladrón la había dejado encima de la cama, tan a la vista que a nadie se le ocurrió reparar en ella. Ayer, ante decenas de periodistas y cámaras de televisión, la Guardia Civil tomó el local de la fundación convergente que ultimaba una asonada separatista... y nadie lo relaciona. Que Santa Lucía les conserve la vista.