Podemos, los mismos que se dicen izquierda transformadora, ha impedido que Mariano Rajoy y todo lo que él representa sean desalojados de la Moncloa. No habrá, pues, un Gobierno alternativo al de los conservadores por una muy personal e intransferible decisión de Pablo Iglesias. Esa está llamada a ser su exclusiva responsabilidad histórica. Iglesias no ha querido, y él en su fuero interno conocerá los verdaderos motivos, que el cambio fuera posible en España. Motivos genuinos que, desde luego, nada tendrán que ver con esa coartada de última hora que aireó ante la prensa para mejor disfrazar su querencia, el documento de los veinte puntos con que acudió a la reunión con PSOE y Ciudadanos. Y es que esos veinte puntos eran cualquier cosa menos una propuesta intelectualmente honesta a fin de propiciar el acuerdo. Y como muestra, un botón. Podemos compareció con una exigencia quimérica en el capítulo, fundamental huelga decir, de las pensiones. Y tildarla de quimérica acaso sea un exceso de generosidad.
¿O cómo calificar, si no, la extravagancia disparatada de que solo uno de los puntos, exclusivamente uno, requiriese para su cumplimiento una financiación equivalente al 75% de todo lo que recauda el Estado cada año en concepto de IRPF? Eso no es serio. Ni es serio ni es cuerdo. Eso es una locura. O una muestra de supina ignorancia económica por parte de quienes hayan elaborado el documento, lo que casi resultaría aún más grave. Veamos, tras reiterar que Podemos postula retrasar a los 65 años la edad legal de jubilación, su recetario para eludir la quiebra cierta del sistema de pensiones apelaba a la sencilla fórmula de complementar con dinero de los impuestos cuanto no cubriesen las cotizaciones sociales. Así de fácil. Por lo visto, a nadie en Podemos se le ha ocurrido la idea de intentar cuantificar el efectivo que representaría eso. Igual que a nadie, por cierto, parece habérsele ocurrido tampoco consultar las proyecciones demográficas que ha realizado el Instituto Nacional de Estadística. En Podemos son felices porque ignoran que la población española en edad de trabajar se va a reducir en las próximas décadas (sí, sí, he escrito décadas) a un ritmo del 0,7% anual. Fenómeno que, por cierto, tiene una explicación tan simple como que en España no nace gente.
Al tiempo, la población en edad de jubilarse crecerá a un ritmo del 1,7% anual. Muy pocos jóvenes, y cada vez menos, van a tener que mantenernos a muchos viejos, y cada vez más. ¿Eso es viable? Sí, puede ser viable con una sola condición, a saber, que la productividad de esos pocos jóvenes creciese mucho para compensar su menor número. ¿Y eso sería factible con el modelo productivo hoy vigente en España? No. Definitivamente, no. Imposible. ¿Y por qué no pagar la diferencia con los impuestos, barrunta Iglesias? Pues porque, tan pronto como en 2030, faltará un 25% del dinero necesario para que la Seguridad Social pueda pagar todos los meses las pensiones. Y en 2035 el agujero ya ascenderá a un 33%. Y eso, respectivamente, equivale nada menos que a un 3% del PIB, en el primer caso, y a un 5% en el segundo. Y un 3% del PIB es lo mismo que decir la mitad de lo que recauda el Estado en concepto de IRPF. Y un 5% del PIB es lo mismo que decir tres cuartas partes de lo que recauda el Estado en concepto de IRPF. Y esa solo era una exigencia. Una de veinte. Rajoy, nadie lo dude, tiene un amigo.