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José García Domínguez

Fouché Montilla

De ahí los esforzados malabarismos de la prensa del Movimiento a fin de ocultar al común las sesenta y dos enmiendas al Estatut que promovió un tal Montilla, por entonces ministro de Industria del Reino de España.

Al modo de cualquier piquetero bolivariano de los arrabales de Caracas, la máxima autoridad del Estado en Cataluña acaba de llamar a la réplica callejera contra una sentencia firme emitida por el supremo tribunal de la nación. Atrabiliario desafío al orden legal que comienza a ser tradición en la plaza. Y es que ni siquiera hay que remontarse a Macià y Companys para dar con antecedentes de un proceder parejo. Repárese en que otro presidente de los nacionalistas ya invocó a la masa con tal de eludir determinados preceptos del Plan General de Contabilidad Financiera en las calzadas de Barcelona. Y con gran éxito de crítica y público, por cierto. Al punto de que alguno de esos españoles profesionales que pululan por la Villa y Corte le procuraría el título de ídem del año.

Así, por mor de un interés mercantil estrictamente privado, Jordi Pujol alzaría la señera contra las acongojadas puñetas de los jueces. Un afán comercial no muy distinto al que ahora impulsa a su igual a tomar de nuevo las aceras en nombre de la patria y el patrimonio, conceptos siempre inextricables a esta orilla del Ebro. Mas nadie se llame a engaño: el airado catalanismo de don José es tan sincero y profundo como el sentimiento republicano de aquel Fouché que votó la guillotina para Luis XVI antes de traicionar a Robespierre, venderse más tarde a Napoleón, y terminar como jefe de la policía de los Borbones, una vez aposentados de nuevo en el trono de Francia.

De ahí los esforzados malabarismos de la prensa del Movimiento a fin de ocultar al común las sesenta y dos enmiendas al Estatut que promovió un tal Montilla, por entonces ministro de Industria del Reino de España. Esquizoides objeciones del PSC en Madrid al proyecto remitido por el PSC desde Barcelona, como cierto alegato firmado por el actual Muy Honorableque, lacónico, rezaba: "Creemos que el término nación aplicado en el articulado no es compatible con el artículo 1.2 de la Constitución". U otros donde el mismo maulet proponía anular el carácter "preferente" del catalán, amén de la bilateralidad y la secesión del poder judicial. Ya sabe, pues, don José contra quien debe gritar sus consignas en la manifestación: contra Montilla.

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