Almería produce tomates de invernadero; Murcia, melones; La Coruña, pimientos de Padrón; y Madrid, españoles profesionales. Así funciona la división del trabajo en el trozo de esta península que no ocupa Portugal. Aunque los melones de Murcia y los pimientos de Padrón ofrecen idéntico aroma y sabor en todas partes. Circunstancia que, sin embargo, no se da en el caso de los españoles profesionales manufacturados en la Villa y Corte. Día y noche envueltos en la bandera, sueltos la capital, su medio natural, se comen el mundo. Al punto de que no hay legionario más gallardo y altanero que esos peperos con el alma siempre atormentada por el hondo dolor que les causa España.
Pero métalos usted en un avión; deposítelos al cabo de una hora en el aeropuerto del Prat, y paséelos luego en un Mercedes por el Ensanche de Barcelona. Concluida la operación, verá que, sin excepción, aquellos feroces lobos ibéricos se transmutan al instante en mansos corderitos, simpáticas mascotas prestas a hacer todo tipo de cabriolas y monerías para contento de sus anfitriones independentistas. Esta vez ha sido Montoro, que a fin de congraciarse con la afición local ha soltado eso de que "será Cataluña quien nos saque de la crisis". Y es que mal nos puede sacar de la crisis los que nos metieron en ella de cabeza. Porque llegan tarde cuantos ansían catalanizar España. España, su estructura económica, no se puede catalanizar más por la sencilla razón de que ya está catalanizada hasta el tuétano. Ésa es su suprema desgracia.
No habría un 26% de paro sin que el modelo económico catalán se hubiese extendido en su día al conjunto del país. Porque quizá Cataluña sea una nación, pero una nación de camareros y albañiles donde la mitad de la población (el 47%) posee como máximo el título de la ESO. La emulación de la estrategia catalana, esto es, la apuesta por el turismo de mochila y alpargata, los empleos poco cualificados y peor pagados, el crecimiento extensivo frente al intensivo, el abandono progresivo de la industria en beneficio de los servicios de baja productividad, todo eso es lo que nos ha llevado al desastre. Bien al contrario, si alguna posibilidad de salir del hoyo alberga aún España, será descatalanizándose por la vía de urgencia. Cuanto antes, mejor.