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José García Domínguez

Benach, el Audi y el chocolate del loro

De la denuncia de Benach se desprende que sus antecesores prevaricaron de forma ininterrumpida a lo largo de un cuarto de siglo. Pues a nadie consta que reclamasen, por ejemplo, la citada mesita de la merienda.

Uno barrunta que si en España hubiese justicia, el honorable Benach sería un firme candidato a los rigores del potro. Y no por pródigo, ligero, derrochador o manirroto, sino por hortera. Sin embargo, el mentado, que procede del célebre Clan de la Avellana de Reus, una especie de Escuela de Frankfurt con Mostaza del nacionalismo rústico, lobby de castellers agropop tan dados al abuso del colesterol como a aparcar el tractor identitario en doble fila, no es de la misma opinión. Así, con ocasión de esa patética garrulada que ha saltado a la prensa nacional, el presidente del Parlament acaba de publicar en su blog un muy sentido "De profundis" que ni en forma ni en fondo desmerece al original de Oscar Wilde.

"Mis tareas como presidente del Parlamento exigen el uso de determinadas infraestructuras que en ningún caso pueden ser consideradas un capricho personal", lamenta Benach a propósito de la imperativa instalación en su flamante Audi A-8 del reposapiés, la tele extraplana para ver el programa de Ana Rosa y los partidos del Canal Plus gratis total y la mesita plegable para merendar como un señor. Acto seguido, añade con serena, legítima indignación: "Hablamos de una decisión, la de renovar el parque móvil de la Cámara, que ha representado un ahorro muy importante de recursos".

Cogitaciones ambas que no deberían caer en saco roto. Y es que de la denuncia de Benach se desprende que sus antecesores prevaricaron de forma ininterrumpida a lo largo de un cuarto de siglo. Pues a nadie consta que reclamasen, por ejemplo, la citada mesita de la merienda, infraestructura que, lejos de constituir un capricho personal, forma parte de los atributos inalienables del autogobierno catalán desde Wifredo el Velloso. Enigmático resulta, sin embargo, el segundo postulado de nuestro orondo jardinero, ése que apela al "ahorro" como motivo primero y último del gasto a calzón quitado en limusinas alemanas.

Quién sabe, quizá tenga que ver con los 20.000 euros limpios que el Parlament dona cada año a José Montilla, Joan Saura y Joan Puigcercós, entre otros, en concepto de "gastos de desplazamiento". Se trata, huelga aclararlo, de una ayuda solidaria de la Cámara al objeto de que los susodichos soporten el precio de la infraestructura "autobús" que debiera acarrearlos desde sus domicilios en Barcelona hasta el hemiciclo. Altruista auxilio financiero cuyos beneficiarios jamás han tenido la descortesía de rechazar y que se suma a la soldada de 160.000 euros anuales de Montilla (un 83 por ciento más que el presidente del Reino de España) y a los 120.000 de sus consejeros (un 55 por ciento por encima de los ministros del Gobierno). Quizá.

Nota bene:

Ya que el president Benach no ha considerado oportuno pedir perdón por las anotaciones de su blog que se recogen entrecomilladas en este artículo, el autor tampoco ve necesario modificar ni una coma el contenido del mismo.

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