Como Gorbachov, que comunicó la disolución de la Unión Soviética en el quinto canal de la televisión rusa durante el horario de la programación infantil, Artur Mas se ha ido a esconder entre las páginas de un periódico italiano, el Corriere della Sera, para anunciar a los gentiles que no habrá referéndum alguno el próximo 9 de noviembre. Tal como preveían los escépticos, pues, la machada del president va a quedarse en un prosaico adelanto de las elecciones regionales. Ya se sabe, las cosas del tío Paco y sus legendarias rebajas. En muy previsible consecuencia, el eje de la política catalanista procederá a desplazarse desde la monserga ecuménica a cuenta del derecho a decidir hacia otro monólogo coral sobre el derecho a fantasear.
Ahora, el guión del sostenella y no enmendalla requerirá asustar a Madrit con el cuento del hombre del saco, llámese Junqueras o asimilado, y una eventual declaración unilateral de independencia al estilo épico-cantinflesco de Macià y Companys. Las célebres plebiscitarias. Si no queríais caldo, dos tazas, como de antiguo nos viene advirtiendo el melifluo Duran. Aunque si la Asamblea Popular de la Albania comunista pudo establecer la inexistencia de Dios, Pío IX la infalibilidad del Papa, o Thomas Friedman ordenar que la Tierra es plana, yo no veo el inconveniente a que Junqueras proclame la independencia de Cataluña tras tomarse un par de carajillos de anís. De acuerdo con el Derecho Internacional, es sabido, a fin de que nazca un Estado se precisan un territorio y una población que sean efectivamente controlados por la nueva autoridad.
Nada entonces impedirá al Junqueras de turno declararse Napoleón, en el supuesto, claro, de que todas las administraciones que operen en el territorio de su ínsula Barataria se muestren dispuestas a participar en la broma. El misterio será averiguar cómo Napoleón Junqueras i Bonaparte piensa transmitir la buena nueva al alcalde de Badalona o al capitán general de la IV Región Militar. Por lo demás, el Parlamento de Cataluña posee la misma legitimidad formal para proclamar la independencia que las chirigotas de Cádiz; ni más ni menos, la misma. Huelga decir que la eficacia jurídica de una tal proclama también sería idéntica. Olvídenlo, la colisión frontal entre una locomotora y un carrilet de juguete no es un choque de trenes: es un chiste de Eugenio. Y de los malos.