Dos encuestas, dos tortazos al Gobierno. Uno de ellos de El País, que le está dejando últimamente la cara a Zapatero de los colores de su equipo de fútbol. Casi lo de menos es que le den las dos una ventaja en intención de voto al PP, una por 3,6 puntos y la otra, de La Vanguardia, por 4.
Más preocupante para el Gobierno es que muestran que ha perdido la credibilidad ante la sociedad. Ocho de cada 10 españoles piensan que Zapatero improvisa y tres de cada cinco desaprueban su gestión y otro tanto está en contra de la subida de impuestos; además el 85 por ciento cree que serán las rentas medias y bajas quienes paguen el atraco fiscal que nos espera. Por si fuera poco, otro 85 por ciento no se traga eso de que lo peor ya ha pasado y se teme lo peor para el año que viene.
Junto a todos esos datos, o quizá incluso por encima de ellos, está la creencia mayoritaria, del 54 por ciento, de que el Partido Popular ganará las próximas elecciones. Hay una masa de votantes poco ideologizados que se deja llevar por la tendencia del momento, y si cala la convicción de que el PP ocupará La Moncloa, será difícil que el PSOE vuelva a ganar.
Difícil. Pero no imposible. A Mariano Rajoy le debe de dar la impresión de que, después de subir el Tourmalet, todo lo que le queda es cuesta abajo. Pero el PSOE le ha ganado dos veces tras dos atentados terroristas convenientemente manoseados por la prensa del régimen. Y la confianza en que el PP va a ganar las elecciones puede convertirse, para muchos, en el temor de que eso es lo que va a ocurrir. Si en Génova piensan que la izquierda no es capaz de darle la vuelta a la situación en una semana, es que no la conocen.
Pero Rajoy es el único líder capaz de tropezar tres veces con la misma encuesta.