No sé ustedes, pero para mí la principal enseñanza que ha tenido la legislatura de José Luis Rodríguez Zapatero es que no me puedo fiar del Partido Socialista. Soy la persona menos socialista que vaya a conocer en su vida, quede ello claro, pero eso no quiere decir que, en ciertas circunstancias, no me haya planteado votar por el PSOE. El PP es sólo menos socialista, por lo que la diferencia entrambos no es insalvable, precisamente. Y, llegado el caso, habría antepuesto la conveniencia de que un partido no esté en el poder demasiado tiempo.
Pero la experiencia de Zapatero en el poder me ha hecho ver que incluso el paro permanente y la corrupción de González pueden ser poco al lado de lo que pueden llegar a hacer. Incluso los GAL, ejemplo de esa ética socialista del "todo vale" para conseguir un objetivo, han sido superados por el "como sea" del pacto del Gobierno con la ETA contra nuestras instituciones. El PSOE ha traicionado la democracia en cuanto ha tenido ocasión. Su fundador amenazó de muerte a Maura; luego se opuso a las reformas democratizadoras de éste (los liberales también, por cierto). En cuanto tuvieron oportunidad se aliaron con una dictadura, la de Primo de Rivera. Aceptaron la democracia con la II República porque estaban ellos en el poder, pero en cuanto lo perdieron organizaron un golpe de Estado en toda regla. Ya en plena guerra, Largo Caballero reconoce a Stalin por carta que no queda ningún partidario de la democracia en sus filas, y es el carnicero quien tiene que recomendarle que al menos disimule.
Con Franco no pudieron aliarse, claro está, pero al llegar la democracia vuelven a sabotear el proceso democrático exigiendo una ruptura, frente a la transición. El abrumador apoyo popular a la Ley de Reforma Política les hace pasar por el aro, a regañadientes. Luego llega el pte. González y su alter ego en forma de aspa. Y finalmente Zapatero, con su vuelta a la ruptura y su pacto con la ETA. El PSOE no tiene remedio.
De modo que tendré que poner mis esperanzas bien en una escisión del PSOE, bien en el PP. Pero, por la razón que fuere, los populares, que son los que más aprecio tienen por los derechos y las libertades de los españoles, parecen sentirse en realidad incómodos si se acercan demasiado. Digámoslo claro. No son un partido liberal. Aznar merece todos los elogios... desde que abandonó el poder. Y si Rajoy adopta posturas liberales es sólo porque se opone a los socialistas y éstos se han decidido a imponernos hasta la educación moral de nuestros hijos. Pero, con todas las razones que puedan asistir a los populares para el perfil bajo, si llegan al poder con esa actitud la adoptarán hasta sus últimas consecuencias cuando estén en él.
Y las últimas consecuencias del perfil bajo, ya sabemos cuáles son.