La libertad está de enhorabuena en España. El Instituto Juan de Mariana ha celebrado la III Cena de la Libertad y le ha otorgado su premio anual a Anthony de Jasay. Horas antes, en la feria del libro liberal Liberacción había dado cuenta de su poderoso pensamiento, aderezado con un buen humor envidiable.
De Jasay se estrenó con El Estado, libro que comienza con estas palabras, traducidas del inglés a nuestro idioma por Carlos Rodríguez Braun: "¿Qué haría si usted fuera el Estado?". Crecer en poder sin más límite que los riesgos que suponga para su propia supervivencia. Esa idea, brutalmente realista, le sirve para explicar esencialmente el comportamiento del órgano central de coacción. El Estado se desasirá de todas las ataduras que le queramos poner los liberales, y aumentará su poder sin más límite que los riesgos derivados de ciertos excesos.
Es un mensaje pesimista para quienes tenemos un mínimo de aprecio a la libertad, porque supone que los intentos por controlar el poder son totalmente ilusorios. Ya constató Hayek, en Derecho, Legislación y Libertad, que el constitucionalismo había fallado. Él mismo falló proponiendo, en la misma obra, una nueva forma de constitución. El Estado de Derecho es una contradicción en los términos, porque el primero se acaba devorando al segundo. Y con éste, a la libertad y a la justicia.
Este desolador panorama tiene, al menos, una ventaja. Y es que queda claro quién es el enemigo de la sociedad; es ese "ogro filantrópico" del que hablaba Octavio Paz. El Estado, por boca de los intelectuales, es como aquellos marcianos de Mars Attack, que mientras disparaban a la gente les gritaban: "No huyáis, somos vuestros amigos". Jesús Huerta de Soto, Francisco Cabrillo, Pedro Schwartz y el propio Rodríguez Braun, pusieron de manifiesto su admiración por el húngaro universal. Nunca son suficientes los amigos de la libertad. Pero tenemos de nuestro lado a los mejores.