La gran victoria del Partido Popular sobre el PSOE y, sobre todo, el histórico hundimiento de este partido en las elecciones autonómicas y locales de este año, bien merece toda la atención que se le pueda prestar. En primer lugar, y como motivo principal, porque en principio parece un bandazo político de mayor calado que el simple rechazo del partido en el poder en un momento de crisis económica.
Por eso es normal que El País publique artículos con los que la izquierda socialdemócrata se lama sus heridas. Una izquierda que se ve atenazada entre unos votantes que le dan la espalda (incomprensiblemente, desde su punto de vista) y una izquierda perrofláutica y antisistema que no se deja engatusar por el discreto encanto de la prensa socialdemócrata y que como mucho lee Público. Todavía no hemos llegado a la conclusión de que en España no hay españoles, como dijo Rodríguez Zapatero de la época de Franco, pero hay análisis que le dejan a uno ojiplático.
Gregorio Peces-Barba publicaba este sábado en El País el artículo de un hombre perplejo. Para desmentir a Donoso Cortés, o reinterpretarlo, dice que "la voz del pueblo es la voz de Dios y obliga a respetar los resultados". Para Peces-Barba "parece que al menos a primera vista no ha funcionado la memoria histórica, y que los grandes progresos, durante la República y el restablecimiento de la democracia en 1976 y de la Constitución en 1978, impulsados siempre desde la izquierda y con el PSOE como motor principal, no se han considerado ni siquiera".
De lo cual debemos entender, en palabras de uno de los inspiradores de la política de la memoria histórica, que ésta es un instrumento electoral y no otra cosa. En estas elecciones "no ha funcionado". Dado que la memoria histórica nada tiene que ver con la verdad histórica, no es de extrañar que Peces-Barba diga que la democracia de 1976 y la Constitución de 1978 fueron "impulsados siempre desde la izquierda y con el PSOE como motor principal", porque es lo contrario de lo que ocurrió. La democracia se hizo desde el desmantelamiento del régimen franquista por una parte de sus prohombres, con una continuidad institucional (en la figura del Rey) y legal (de la ley a la ley), y contra el criterio de los socialistas que exigían la "ruptura" para constituir una democracia (o lo que fuera) sobre bases nuevas. ¿Y qué decir de la II República? Jamás la vieron como propia y organizaron una revuelta contra ella en 1934. Claro, que contra aquella república estuvieron casi todos sus protagonistas.
El artículo es un disparate, pero es interesante que uno de los ideólogos de la memoria histórica la sitúe exactamente en su contexto. Mientras, dejemos al autor sentir añoranza "del Madrid de la República de Azaña, de Largo Caballero, de Besteiro y de Negrín" y que con la vuelta de la izquierda al poder "todos volvamos a nuestro ser real". Será que el artículo que diga que la victoria del PP es porque no hay verdaderos españoles ya ha llegado.