La Convención del Partido Republicano en Cleveland que nominará a Donald Trump como candidato a la Casa Blanca no ha podido evitar cierto aire a derrota. En el fondo, por mucho que Trump se muestre confiado y por muchas banderas que desplieguen sus seguidores, casi todos ellos saben que la probabilidad de que Trump sea el sucesor de Obama es mínima.
Nos pueden distraer con encuestas que dan un empate entre Trump y Hillary, como la reciente del New York Times, por aquello de que hay que hacer ver que hay partido o, de lo contrario, los meses que nos separan de noviembre van a ser demasiado aburridos. Ya se sabe, el show no puede parar. Pero incluso aunque esas encuestas fueran fiables, y no producto de la "cocina" a la que tan acostumbrados estamos por estos lares, el sistema estadounidense de elección indirecta y por estados deja a Trump cerca del K.O. Podría incluso superar a su rival en intención de voto a escala nacional, aprovechando una movilización masiva del electorado blanco que le diera abrumadoras mayorías en ciertos estados... pero perdiendo en otros por pocos puntos porcentuales, y dado que the winner takes it all, sus opciones de llegar a la Casa Blanca quedarían fulminadas.
En estas circunstancias se esperaba con interés la elección del compañero de ticket de Trump, el candidato a vicepresidente (que en caso de fallecimiento del presidente accede a ese puesto automáticamente). Al final el elegido ha sido Mike Pence, el gobernador de Indiana cercano al Tea Party y sólidamente antiabortista. Ningún guiño a los hispanos o a las mujeres (los negros ya se han dado por perdidos: en la Convención hay 18 delegados afroamericanos por 2.454 blancos). La elección de Pence, al estilo de la elección de Palin y Ryan por parte de los anteriores candidatos republicanos, McCain y Romney, parece más pensada para asegurarse el voto más conservador y, muy en especial, el voto cristiano evangélico, al tiempo que supone una cierta reconciliación con el establishment del partido, que considera a Pence un tipo fiable y serio, todo lo contrario de Trump.
Pence proviene de una familia católica, entusiasta de John F. Kennedy, que tras una crisis vital recuperó la práctica religiosa en una megaiglesia evangélica, lo que le ha llevado a autodefinirse como un "católico evangélico". Parece pues una apuesta por, al menos, asegurar el voto de los propios, renunciando a morder en otros grupos más alejados de la plataforma tradicional republicana. Un movimiento que no está nada claro que pueda llevar a Trump a la victoria, pero que no parece innecesario a tenor de las protestas e incluso el abandono de la Convención por parte de los republicanos contrarios a Trump.
Hasta el momento, junto al discurso de la esposa de Trump, Melania, explicando lo mucho que ambos aman a Estados Unidos, la aparición más destacada ha sido la de Rudolph Giuliani, con un discurso de dureza contra el crimen que, a tenor de las trágicas noticias que vienen sucediéndose, está llamado a convertirse en uno de los temas estrella de la campaña. Si a esto lo acompañamos de los testimonios de Pat Smith, madre de uno de los fallecidos en Bengasi, que acusó a Clinton de ser responsable de esas muertes, de la madre de un Navy Seal fallecido y de tres padres cuyos hijos fueron asesinados por inmigrantes indocumentados, se puede vislumbrar el tono que va adquiriendo la campaña republicana en manos de Trump.
Pero además de esta insistencia en temas de seguridad, otro de los rasgos marca de la casa que Trump está desplegando en esta Convención de Cleveland es su aire de familia: además de su esposa, todos sus hijos tendrán su discurso, así como varios empleados de Trump, que está empezando a usar el GOP como una de sus empresas. Por cierto, ningún miembro de la familia Bush va a subir al estrado, ni tampoco el gobernador del estado en que se celebra la Convención, Ohio, el derrotado en las primarias Kasich (cuyos motivos para permanecer en la carrera de las primarias hasta el final, cuando no tenía ninguna posibilidad, sigue siendo uno de los grandes misterios de este ciclo electoral).