El próximo fin de semana el PSOE celebrará en Granada una conferencia de la cual se pretende obtener un discurso "renovado", a fin de lograr el éxito en el próximo futuro.
Ramón Jáuregui, coordinador de los trabajos previos, ha escrito ("Una izquierda con vocación de mayoría") que es necesario "incorporar a nuestra Carta Magna la secularización y la laicidad, la igualdad de género, el derecho a la asistencia sanitaria, Internet, el matrimonio homosexual, la igualdad de sexos en la sucesión de la corona y el derecho a las prestaciones de la Seguridad Social, amén de revisar nuestro Título VIII y encontrar nuevos acuerdos con nuestras CCAA para seguir juntos".
Algunas palabras clave en el párrafo transcrito: laicidad, igualdad de género, igualdad de sexos… suenan a la música que tanto se difundió bajo el zapaterismo, pero también se cita el Título VIII que, según Jáuregui, es preciso reformar:
(…) hemos planteado una oferta de diálogo serio para revisar nuestro modelo territorial. (…) La tensión soberanista de Cataluña y los desajustes que el modelo viene exhibiendo desde hace años aconsejan una reforma de nuestro Título VIII. (...) Dar carta de de naturaleza constitucional a las singularidades o hechos diferenciales que explican la España plural y que hacen posible la conformación de nuestro Estado complejo.
De estas cuestiones hablan Jáuregui y Rubalcaba, pero no se quieren tratar en la conferencia. Mas, sea como sea, muchos nos maliciamos que tras las palabras de Jáuregui lo que se pretende es resucitar –además, sin discutirlo– el Saturno aquel del Estatuto de Cataluña (que se merendó a todos sus inventores) colándolo a través de una nueva Constitución en torno a la cual no se divisa consenso alguno.
Y se anuncia ese nuevo calvario, ¿sólo para intentar "encajar" al PSC dentro del PSOE? ¿Merece la pena resucitar ahora el disparate de la política territorial maragall-zapaterista para darles gusto a los socialistas catalanes en su deriva suicida?
Más razonable será olvidarse de las cuitas del PSC y poner pie en pared dentro y fuera de Cataluña para colocar ante los partidos separatistas el letrero que Dante imaginó en la entrada del Averno: fuera de la Ley, "perded toda esperanza".
La conferencia –repito– no quiere entrar en el mayor problema político que hoy tiene España: el secesionismo y cómo combatirlo. Se prefiere seguir arrastrando los pies embarrancados en una retórica tan buenista como progre, de la cual tomaré aquí como muestra un trozo del artículo ("Un nuevo PSOE para una nueva transición") firmado por Francesc Romeu, vicesecretario general del PS valenciano:
(…) este New Deal debe incluir el compromiso de que el Estado tenga como principal eje de actuación la creación de empleo, la redistribución de la riqueza, la promoción de la cultura y la ciencia, la protección del medio ambiente y la modernización de las estructuras gubernamentales.
Todo un catálogo de esas buenas intenciones de las cuales, según dicen, está empedrado el infierno y que el autor resume con estas palabras:
Ahora, a los socialistas nos toca liderar de nuevo otra transición que va a ser igual o más difícil que aquella. Para ello necesitamos un nuevo socialismo que defienda, sobre todo, la política para las personas.
Si Pérez Rubalcaba pretende arar con estos bueyes de pata blanda, me temo que la cosecha será magra.