Cuando no dirige los destinos de La Razón, Francisco Marhuenda "copea" por todas las franjas horarias. La suya es una misión mañanera, linternera y, si don Carlos Pumares volviera a regalarnos madrugadas de cine con polvo de estrellas, ahí estaría también Paco para demostrar que Darth Vader no fue seducido por la Fuerza Oscura.
Francisco es un personaje incombustible, pura búsqueda arqueológica, como nacido en algún episodio de Lara Croft, capaz incluso de indignar al mismísimo Pedro J. recién venido de Wimbledon. Lo mismo te asegura que el manifiesto en defensa de la lengua común es una pérdida de tiempo que clama por un apoyo a Rajoy para que Rodríguez no se perpetúe en el poder, como si los resultados del 9-M fueran un invento de María San Gil.
Para el ciudadano Marhuenda, la opción por el voto en blanco ni tan siquiera existe. Su misión consiste en copear las 25 horas del día la doctrina del mal menor. Un ejemplo de tantos nos lo ofreció el 8 de julio en la tertulia de La Mañana, cuando tomó las causas por las consecuencias y nos regaló este análisis antológico a quienes seguimos creyendo que Darth Vader se pasó a la Fuerza Oscura:
"Por eso es importante el PP; ése es el gran error, ¿no? La destrucción del PP, la ruptura del PP, favorecer determinadas formaciones, sólo conduce a que Zapatero se instale permanentemente en el poder y a lo que en su día criticábamos y decíamos: es que Felipe González es el PRI; estábamos equivocados: éste sí que es el PRI, la vocación de un partido único."
Ahora ya sabemos que no son la natural incompetencia de Rajoy ni su nuevo partido escoba los elementos que fortalecen a Rodríguez, sino aquellos medios y comunicadores fieles a sus posiciones e ideales. Curioso, cuanto menos, en alguien que ha impartido clases de derecho en una facultad de ciencias de la comunicación.
Es una lástima que una persona inteligente y culta como Francisco Marhuenda apueste por la doctrina del mal menor, sobre todo cuando los números, que parecen ser lo único que le importa, demuestran la magnitud de la tragedia. Pero FM juega con la ventaja de despertar, extrañamente, una simpatía personal a prueba de bombas. Por eso, desde el cariño, sólo queda pedirle que deje de hacer caso a sus iniciales y regrese a la amplitud modulada y, si es posible, que se olvide de la arqueología ficción. Vamos, que regrese al futuro.