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Javier Somalo

Qué se oculta tras la Jornada de Silencio

Mariano Rajoy, Pedro Sánchez, Pablo Iglesias y Albert Rivera
Mariano Rajoy, Pedro Sánchez, Pablo Iglesias y Albert Rivera | EFE

En quince días de campaña hemos visto de todo.

Mariano Rajoy jugó al amigo invisible, que resultó ser Artur Mas. El presidente del Gobierno de España no asistió al debate de los candidatos pero se vio en secreto –según confesión– con el que quiere pero no consigue ser presidente de la República de Cataluña. Otro amigo invisible, el indeciso, infla a estas horas –ya poco queda– la distancia del PP respecto al resto de la tropa.

Pedro Sánchez se convirtió en el doberman del PSOE, quitándole el papel a Cascos. Rugió, chilló como nadie y sólo le faltó girar la cabeza 360 grados. Como los niños lloraban asustados probó con el circo:

¿Queréis que el PSOE pacte con Rajoy?

Noo…

¡Un poco más fuerte para se oiga bien!

¡Nooooo…!

Y del serrín pasó a los chistes de almanaque: se abre el telón y aparecen… Y los niños, y también muchos padres, volvieron a llorar, esta vez con más pena que susto.

Albert Rivera se calzó las botas katiuskas para no pisar charcos y ni siquiera llovió. Pareció el doctor Richard Kimble, más conocido como El Fugitivo. Le buscaron más que a nadie en mil renuncios y pudo salir peor parado de lo que salió pero quedó la sensación en Ciudadanos de que el partido se mueve mejor sin la tramoya de las campañas. Dicen que baja.

Pablo Iglesias se inyectó toxina botulínica en el ceño, escondió los insultos y levantó el cuello, susurró, se hizo casto de la casta y hasta prometió luz y calefacción en Navidad. Eso sí, sus amigos de quinta y sexta columna hicieron lo de siempre donde siempre para evitárselo al Mesías, manteniendo su esencia. Y dicen que sube.

El candidato Rajoy lo fio todo a Bertín, a la Campos y al debate de Pimpinela en Sodoma y Modorra, donde empezó casi todo el supuesto corrimiento de tierras de su electorado indeciso.

Sánchez: … usted, señor Rajoy, no es decente

Campo Vidal: (¿Me habré dejado las patatas en el horno?)

Rajoy: Hasta ahí hemos llegado… ¡Yo soy un político honrado!

Campo Vidal: (¿O eran berenjenas?)

Rajoy: … y usted no se recuperará jamás de la afirmación Ruiz… ruin, mezquina y miserable que ha hecho aquí.

Campo Vidal: (Pero si yo no tengo horno)

Sánchez: Señor Rajoy, ¿me permite usted hablar?

Campo Vidal: (Bueno, creo que cenaré pizza)

El modorrador no hizo nada por el candidato agredido verbalmente. Días después, el agredido físicamente no haría nada contra el agresor que le plantó el puñetazo electoral, ese pobre chaval de 17 años que le conectó un crochet de izquierda con flexión de pierna incluida, señal de que no es el primer puñetazo que lanza el púber antisistema de riñón cubierto, como casi todos. No fue aquel te pego leche de Ruiz Mateos, eso lo suscribiría hasta Javi Castillejo, nuestro más laureado púgil. Pero el presidente pasó página y hasta se permitió bromas con sus gafas voladoras en vez de fomentar el deber cívico de la denuncia por mucho que el delito sea perseguible de oficio. Una cosa es que el proceso jurídico no requiera denuncia para ponerse en marcha y otra el carácter social de la denuncia. Es posible que el presidente no quiera complicar más la vida a la familia del agresor y prefiera que el oficio del Fiscal actúe como resorte automático pero no me resisto a ver en la renuncia presidencial la consabida superioridad del líder, la capacidad de perdón del César, muestra formidable de poder. Además, con un poquito de hielo se baja la inflamación… no importa el hecho ni su intención. No se precisó sutura o escayola y ya se sabe que cuando disparan y fallan es asesinato frustrado y la falta de puntería quita años de cárcel; a la luz de la razón, inexplicable. "Un poquito de hielo y ya está", Soraya dixit. Ese puñetazo, con algo de peor suerte quizá habría puesto fin a la campaña. Ese puñetazo en el rostro de otro candidato habría desencadenado lo inimaginable. Pero en la política no cabe la ucronía.

Por tedioso que parezca, estamos en lo de siempre: ¿por qué pitan el himno, por qué se presume de desobedecer a los tribunales, por qué sacuden a Rajoy? Porque se puede, porque se dejan, porque no-pasa-nada. Pero seguirán formulando la pregunta invocando la causa, como hizo Xavi Hernández, como han hecho muchos con el Rajoy sin gafas o como hacían con la ETA y siguen haciendo con los yihadistas decapitadores. Se busca la justificación del delito porque en el fondo late el "algo habrá hecho" por más que se maquillen con cicatrices de Haloween para denunciar la violencia de género. Rivera fue acusado de esnifar cocaína por Juan Carlos Monedero, el bolivariano amigo de narcodictaduras. Y Rivera denunció.

El caso es que, en esta campaña, el hielo no sólo se ha aplicado a las magulladuras del presidente. También, y con amparo de la ley, se ha usado para camuflar la temperatura social, para hacernos perder noción de las apuestas. No va más. Ya sólo queda esperar a que la bolita se asiente en la casilla. Rojo, negro, par, impar… y en la semana del silencio se echa el resto porque ellos sí pueden ver sus encuestas internas. Está prohibido publicarlas pero se pueden hacer y se hacen. Nos preguntan para orientarse sólo ellos mientras apagan la luz al gallinero. Votantes a dormir, que mañana hay que poner un huevo.

Y en el silencio, el bertinismo se hace carne: iba a votar a Ciudadanos pero la verdad es que… En realidad, jamás iba a votar a Ciudadanos y ahora encuentra la justificación y el valor para confesar que votará al PP. Racionaliza su voto. Despierta del sueño de la fotocopia y el original que mencionó José Manuel Soria. Evita males mayores porque aunque esté prohibido publicar encuestas nos hacen llegar –son sensaciones, nada científico, rumores, en fin– que Podemos-Leviatán crece inusitadamente y rescatará al peor PSOE del fango, que Ciudadanos baja por bisoñez y que el dique ante el desastre no es otro que la gaviota tornada en Ave Fénix. El valor refugio vuelve a ser, no ya el PP, sino Mariano Rajoy Brey.

Y como el cadáver de la mayoría absoluta ya cría malvas, azuzan al votante con las posibles alianzas. Que Rajoy se ve fuerte porque quiere Grosse Koalition pero sin Sánchez –con Susana Díaz– o pacto con un Rivera que no será segundo, o sea debilitado. Que Rivera pactaría con un PP en el que Rajoy no sea presidente (¿aspirantes?). Y que Sánchez lleva un tatuaje en la frente que dice NO a Rajoy porque Pablo Iglesias le ayudaría –"me salen las cuentas", dijo– a que Susana sufriera como Penélope, con sus zapatitos de tacón, sentada eternamente en la estación de Santa Justa bajo los sauces mondos y lirondos.

Hay quien apuesta incluso por Rivera como presidente pero después de la siguiente legislatura a sabiendas de que será corta. Dicen que su jugada es seria y por tanto de largo plazo, cuando ya nadie le pueda acusar de bisoño, cuando su juventud sea ventaja antes que insulto, y que por eso no se casa con nadie y menos con el PP aunque lo prefiera para España antes que la llegada del lado oscuro, la que le motivó a entrar en política porque nadie quería hacerle frente.

Llegados a este punto invoco la moviola: Rajoy envió a Soraya, que todavía no puede ser presidenta, a un debate de candidatos a presidente porque no merecían su presencia al no ser siquiera diputados. Poco después, se juega a los pactos postelectorales con personas que ni siquiera son candidatos y hasta con candidatos fantasma. Pues miedo me da cerrar este círculo dantesco porque me sale Soraya presidenta del Gobierno apoyada por Rivera y Susana Díaz como líder de la oposición con Iglesias haciendo de Anguita o al revés.

Se acaba el tiempo de charla en la sala de espera. Ya nos toca. Me limitaré a pedir una vez más que dejen de prohibir cosas en época electoral. Soy partidario de que me pidan el voto al lado mismo de las urnas, sin la pueril jornada de reflexión. Pero si se empeñan en prohibir hasta la publicación de encuestas de la última semana, pues que nos eviten la campaña. Todos a casa. Llenar el espacio de la información, el sondeo o la opinión con el rumor teledirigido es artimaña, no es limpio. Que cada uno elija si quiere decidir su voto sobre detalles, anécdotas, sucesos, rumores o categorías. Todo es legítimo si hay libertad hasta el último segundo.

No haré cábalas de resultados, sólo apostaré por algunas cosas: que el discurso de Nochebuena del Rey –no le arriendo la ganancia– tendrá buen dato de audiencia en directo o en diferido, que Cataluña –ahora adormilada– se unirá al País Vasco y Navarra para convertirse en la pesadilla del año que viene y que las elecciones posteriores a estas que nos ocupan también han empezado ya. El Régimen de las próximas décadas se estrena el 20 de diciembre de 2015. Feliz Jornada de Silencio.

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