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Javier Somalo

La Mentira

Con la mano abierta como en los cinco lobitos contó Carlos Sánchez Mato los muertos del revolcón bolchevique de 1917.

Con la mano abierta como en los cinco lobitos contó Carlos Sánchez Mato los muertos del revolcón bolchevique de 1917. No le faltaba cierta razón al concejal de Carmena, pues cinco o a lo sumo seis fueron los caídos en el nada épico asalto al Palacio de Invierno. Fue un paseo sin apenas resistencia, según admitió el propio Trotski y la cosa acabó en bacanal y borrachera general como documentaron in situ cronistas rusos. Otra cosa es lo que aquello significó para la Humanidad desde entonces.

Ya en 1917 se denunció lo que empezaba a suponer la revolución. Lo sabían y lo contaban, sobre todo, socialistas rusos que llegaron a pedir auxilio mundial sin obtener respuesta. Eran ellos, precisamente, los que más información tenían desde el primer día y describieron el movimiento como represivo, vengativo y profundamente violento. Pero Europa, encabezada siempre en estas traiciones por Francia, por el puñado habitual de británicos –siempre con algún Churchill en contra– y con la ayuda de ciertos americanos mitómanos, remató la construcción del muro de silencio y la Mentira comunista con un blindaje de acero.

Pese a cualquier evidencia, la Mentira sobrevive y sí… se puede "engañar a todo el mundo todo el tiempo" por más que lo negara Lincoln; que se lo digan a su compadre Woodrow Wilson, que sucumbió al encanto bolchevique pese a los datos y sólo advirtió "fallos" en la desatada violencia revolucionaria. Quedan tan pocos que hagan válido el adagio del engaño que, para el caso, podemos concluir que el mundo entero ha caído siempre en la trampa del comunismo. "El engaño fue inventado por los engañados" dijo Jean François Revel.

El esquema lo veremos muchas veces repetido y no es patrimonio exclusivo de los bolcheviques porque ya se aplicó durante el Terror francés. La enorme violencia atraviesa varias fases desde su proclamación: la negación, la ocultación y la justificación, último paso que supone asumir aquello de que el comunismo es la "enfermedad infantil" que debemos sufrir –por millones de bajas que suponga– para llegar a un mundo realmente justo. De cuando en cuando se cierra el círculo volviendo a proclamar la violencia como herramienta válida siempre que sea necesario. La culpa de las muertes es de los muertos y toda represión desde el lado correcto es, en realidad, una legítima defensa. La violencia queda pues, protegida por el círculo de la Mentira: se niega, se oculta y se justifica.

En Francia hubo un periódico, L’Humanité, que empezó a contar con profusión de detalles la verdad de la revolución a través de su corresponsal Boris Kritchevski. Lo hizo hasta que decidió caer en ese círculo de la Mentira censurando a su cronista y entrando de lleno en la argumentación de la violencia ante un fin superior. En El conocimiento inútil, Revel arranca precisamente con el poder de la Mentira: "La primera fuerza que dirige el mundo es la mentira". Nunca faltó el conocimiento de los hechos en la revolución bolchevique ni, por supuesto, en episodios posteriores. Pero fue inútil. Europa es impermeable a ciertas denuncias por documentadas que estén.

La idea de Revel, tan sencilla como dramática, ya la había llevado George Orwell a 1984 con una frase: "La guerra es la paz". En ella se resume la máxima expresión de la Mentira a través también de la perversión del lenguaje. Pero es que, además, el comunismo se fortaleció en las guerras y se escondió y justificó en ellas. "La guerra es la paz", amén de su gran mentira, fue su mejor coartada, su visado de legitimidad europea tras el papel de Rusia en las dos contiendas mundiales y tras la asunción occidental de la revolución francesa sin matices ni preguntas.

Y dicen que ahora se han disparado de nuevo las ventas de 1984 por la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca, confirmación científica de las denuncias de Revel y Orwell y del dramático error de Lincoln en su apreciación sobre el engaño masivo y eterno. Parece que nunca vayamos a salir del círculo.

Por eso, por la Mentira y por el conocimiento inútil, también un multimillonario multipropietario puede atacar a los bancos y defender a los okupas, eso sí, hasta que toquen la puerta de su casa. Por eso, la inocente diferencia entre lo que costó un piso y lo que se obtiene al venderlo más caro no es un beneficio y no importa si se adquirió con precio protegido y privilegio. Por eso, el partido de los azotes sangradores a presentadoras de televisión, el que también expulsa a las que denuncian abusos es, por encima de todo, un partido feminista. Por eso, "Madrid está limpioManuela Carmena dixit– y no hagáis caso si os dicen lo contrario". Por eso, todo lo demás; porque si se puede lo más, se puede lo menos. No atendamos a la evidencia. No es lo que parece. "No hagáis caso".

Veinte millones de veces debió mover los cinco lobitos Sánchez Mato para contar de verdad los muertos que desde entonces ha cosechado aquella "maravillosa revolución" con la que el concejal celebra los cien años de los cien millones de muertos. Pero la Mentira, que perdura gracias a Europa, se lo puso así de fácil.

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