Mientras el ministro británico de Finanzas, Alistair Darling, aseguraba que el Reino Unido se enfrenta a la peor crisis económica desde el final de la Segunda Guerra Mundial, el presidente del Gobierno de España se dedicaba de lleno a un publirreportaje realizado en los Picos de Europa, sin la presencia de periodistas ajenos a la faena de aliño, con la nuevamente cadena amiga para la elaboración de un documental bajo el sugerente título de Desafío Extremo. Todo un símbolo de la realidad virtual en cuyo espejismo todavía se encuentra la península bananera de Zeta frente a la catarsis internacional que afrontan los gobernantes de las democracias serias.
Y es que España no tiene remedio. Sigue sumida, por voluntad propia, en el sectarismo ideológico, éste sí, extremo, y abocada al hundimiento sin posibilidad alguna de solución. Horas antes de conocerse ambas realidades gubernamentales, la publicitaria zapateril y la crudeza oficial de la crisis británica, con la misma sonrisa y a la misma puerta de la cárcel de Martutene, hacía su aparición en San Sebastián el etarra Arnaldo Otegi. Eso sí, con las misma cantinela de siempre: "El País Vasco tiene un profundo problema que sólo se solucionará con diálogo y negociación". Nada nuevo, por otra parte; se repiten los engaños de un Ejecutivo dispuesto a llegar hasta el final en la aniquilación de la legitimidad del sistema constitucional y que sigue poniendo una vela a Dios y otra al diablo.
Lo cierto es que el Gobierno de Rodríguez Zapatero, a pesar de las apariencias, sigue en sus trece. Un socialista vasco, cuyo nombre nos reservamos para mejor ocasión, acudió recientemente a la prisión donde moraba el otrora "hombre de paz" de Zeta, a pesar de que oficialmente sólo figura la visita al director de la cárcel. En resumidas cuentas, vuelven al caserío que nunca ha cerrado sus tenidas; tocan de nuevo suena la celebrada sinfonía gubernamental para instrumentos desafinados, y que ahora llaman desafío extremo.
En definitiva, estamos ante una nueva afrenta al Estado de Derecho y a las víctimas del terrorismo, ocultada por la mayor crisis económica desde hace sesenta años. Eso sí, en España la recesión ni está ni se la espera. Zapatero está tranquilo porque en breve creceremos de nuevo al 3% (sic) y hasta los etarras estarán contentos.