La próxima semana está marcada por el inicio de la normalidad de la vida parlamentaria. Esa normalidad también le va a llegar –aunque no les guste– al presidente Zapatero y a su Gobierno. ¡Se acabaron los brindis con gaseosa y los entusiasmos iniciales! Ahora empieza la hora de la verdad. La hora de la gestión del Gobierno y de la rendición de cuentas ante los ciudadanos. En estas primeras semanas han abusado hasta el límite de la crítica sobre la etapa pasada. Han cimentado todo su discurso político en la crítica al ex-presidente Aznar y a todo su Gobierno. Pero ahora se acabó lo que se daba. Han sido elegidos para gobernar, y por lo tanto se deben de colocar en el escaparate. Ahora se verán, sin más, sus muchas y verdaderas limitaciones.
El presidente Zapatero se va a encontrar en esta semana dos momentos que le van a poner a prueba. Primero, el martes en el Senado cuando acuda por primera vez para explicar en un pleno ordinario sus ideas sobre el futuro de la Cámara Alta, sobre las reformas y su papel legislativo. Además, el miércoles se enfrenta a su primera sesión de control al Gobierno. Será un nuevo cara a cara entre el presidente del Ejecutivo y el líder de la oposición. Será una nueva prueba sobre el pulso directo entre Zapatero y Rajoy, que por el momento gana y con creces el lider del Partido Popular.
Hasta ahora Zapatero ha ido parando los golpes malamente. Abrazos en las capitales europeas a cambio de recoger velas en cuestiones cruciales. Alfombra roja en Casablanca como mordaza a la política exterior española en el Magreb. Abuso hasta la extenuación de los conceptos: diálogo, talante y entendimiento; pero sin ofrecer contenido concretos. Venta de humo, pero sin consistencia. Fuegos de artificio, pero sin presencia. Golpes de apariencia, pero sin fondo. Ese discurso, esa actitud y esa estrategia no puede aguantar mucho tiempo más. Es una auténtica política de gaseosa. Hace ruido al abrirse la botella, es aparatoso mientras duran las burbujas; pero luego se diluye todo como el agua entre las manos.
Zapatero se enfrenta esta semana a la política de la normalidad, de la eficacia y de la gestión. Y en ese terreno todavía no ha demostrado nada. Llega el momento crucial para el presidente del Gobierno. Y lo cierto es que el depósito lo tiene a cero.