La presencia de Pascual Maragall en el Palacio de la Moncloa ha colocado de nuevo al presidente Zapatero ante la dura realidad, ante su dura realidad. Zapatero es un Jefe de un Gobierno con una gran dependencia del Ejecutivo catalán. Si Maragall guiña un ojo, en Moncloa se preguntan de inmediato las razones de un simple "tic" nervioso, si Maragall estornuda en Moncloa se inquietan ante un posible catarro del político catalán. Por ello a nadie puede extrañar que Maragall haya estado en la Presidencia del Gobierno como dueño y señor de la situación.
Pascual Maragall ha estado dos horas, cara a cara, con Zapatero. Un auténtico paseo militar lleno de exigencias y ante las que Zapatero se ha limitado a "torear" como ha podido esas peticiones: desde la Constitución a los Estatutos, pasando por la financiación o incluso afectando a la política exterior española. Pero no ha acabado ahí todo. Maragall posteriormente ha ofrecido una rueda de prensa no como un invitado al uso de Moncloa, más bien como alguien que pisa territorio propio y conquistado. Una comparecencia sin pudores y sin vergüenzas en la que ha cantado a Zapatero "las verdades del barquero".