Sobre las 14:30, en la Unidad Central Tedax en Canillas, la perito tedax comunicó a Sánchez Manzano y a su jefe, el comisario general de Seguridad Ciudadana, Santiago Cuadro Jaén, el resultado de los análisis de los restos de la estación del Pozo: "[...] apunta a que hay restos de componentes de dinamita" (CI, 5, 55). Apunta. Son los famosos "picos" o "puntas" que "aparecen" en los cromatogramas de los análisis de los explosivos. ¿Preguntó Cuadro Jaén qué componentes eran esos? No, que sepamos. ¿Requirió que se enviaran los restos a la Policía Científica para que averiguara lo que no había hecho "su" Unidad Central? Tampoco nos consta. Cuadro se limitó a comunicar que era "dinamita", a secas:
Esa información yo se la transmito al Subdirector Operativo sobre esa hora aproximadamente, él lo recibe y no me hace ningún comentario al respecto.
Fijémonos, sin embargo, lo que hubiera hecho el experimentado y reputado inspector jefe de los Tedax de Madrid, Cáceres Vadillo, y que no pudo hacer porque Sánchez Manzano y Cuadro Jaén le apartaron de la investigación:
Yo las hubiese llevado todas [las muestras y los restos de explosivo] a Policía Científica, pero yo tengo que seguir una cadena de mando, y esa cadena de mando a mí me exige que todas las muestras... las llevásemos a la Unidad Central, y fue lo que hicimos. A partir de ese momento pregunte a los responsables. (...) Si hizo [la Unidad Central] alguna relación, o no la hizo, en el sumario estará".
Los resultados de esta decisión no pudieron ser más desastrosos: no consta ningún inventario de los restos en el sumario; desaparecieron o se destruyeron todas las muestras al margen de las 23 analizadas en el laboratorio de la Unidad Central, trenes enteros incluidos; y no se pudo averiguar qué explotó en los trenes. El lector puede sacar sus propias conclusiones.
Pero sigamos en nuestro intento de comprender lo que ocurrió con la investigación de los explosivos. Para ello es muy útil una declaración que hizo Cuadro Jaén en la comisión parlamentaria, que intentaremos analizar:
Le decía que esa primera valoración, que ya es una prueba, que no es un indicio, que se produce a las 14:30 o 14:40, a las 5:00 de la mañana se confirma y se confirma que estamos en presencia de dinamita, y al cabo de los tres días están detenidos los autores.
Hagamos una exégesis. Lo que se encontró a las 5:00 de la mañana del día 12 fue el explosivo que había dentro de la mochila de Vallecas, que era una dinamita determinada, Goma 2 Eco. Es decir, que para Cuadro Jaén, lo concreto, la Goma 2 Eco encontrada en una mochila que apareció en una comisaría de policía –en unas circunstancias bastante extrañas, como se verá–, "confirma" lo indeterminado y no averiguado a las 14:30 que explotó en los trenes, que considera, además, una "prueba" incontestable. ¿De qué, nos preguntamos?
En definitiva, lo que estaba contando el Comisario era un reflejo de lo que estaba pasando con la investigación, que no era otra cosa que el desplazamiento del foco de atención desde el auténtico escenario del crimen, los trenes, hacia unos escenarios diferentes y ajenos a los hechos principales. Las pruebas sobrevenidas que aparecieron en estos escenarios secundarios, la Renault Kangoo y la mochila de Vallecas, se convirtieron desde ese momento, no ya en las pruebas principales, sino en las "únicas pruebas" del 11-M.
A partir de ese momento, todos los datos que fueron saliendo en esos nuevos escenarios se aplicaron automáticamente en el escenario principal –por un método que ya hemos llamado "alegórico", aunque también se le podría denominar "analógico" o, simplemente, como preferirían algunos, "método del embudo"–. Por ejemplo, aparece Goma 2 Eco en la mochila, ergo en los trenes explotó Goma 2 Eco (c. q. d.); en la mochila de Vallecas se encontró un teléfono móvil ergo lo que se utilizó para activar las bombas que explotaron en los trenes fueron teléfonos (c. q. d.)...
Un silogismo muy parecido al que utilizó el tribunal para demostrar que la Kangoo no estaba vacía en Alcalá –¡porque en Canilllas había aparecido llena!–. Razonamientos que escandalizarían a cualquier padre de la lógica, antigua o moderna, desde Aristóteles a Russell, pasando por Occam, Popper o Lakatos...
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Mimesis en la Audiencia
Todos los argumentos de la Fiscalía sobre los componentes de los explosivos, refutados, a nuestro entender, por los peritos independientes, fueron sin embargo rescatados en la sentencia (...) Pero no sólo quedó en eso. El gran hallazgo del fiscal Zaragoza de la irrelevancia del arma del crimen para condenar al condenable también fue asumido por el tribunal. Con menos crudeza pero con todos los efectos. Así lo expresaron en la cuarta premisa en la que se fundamentaba el "hecho probado" (...):
La falta de determinación exacta de la marca de la totalidad del explosivo no impide llegar a conclusiones jurídico-penalmente relevantes respecto de la intervención de los procesados en los hechos enjuiciados y su consiguiente responsabilidad criminal pues, como se verá a continuación, está plenamente acreditado el tráfico de explosivos desde Asturias con destino al grupo terrorista que cometió los atentados de Madrid y Leganés.
(...) ¿De dónde sacan que los que aparecieron inmolados en Leganés fueron los que cometieron el atentado? ¿Les juzgaron acaso? ¿Investigaron y valoraron su participación en los hechos? Ya hemos visto que no lo hicieron, como resaltó el Tribunal Supremo con la expresiva mención de que "no fueron juzgados".
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Por cierto, curioso el nuevo lapsus, que hemos destacado en cursivas. ¿Pero no quedamos en que los de Leganés se suicidaron? ¿O es que los que cometieron los atentados de Madrid también volaron a los que se encontraban en Leganés? ¡En qué estarían pensando sus señorías!
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Cambio de régimen
Aznar compareció ante los medios de comunicación a las 14:40 del día 11, una hora después de la rueda de prensa del ministro de Interior Acebes. En la alocución de Aznar lo que más se destacó fue que no nombrara a la banda terrorista ETA por su nombre. Los críticos de Aznar querían significar que esta omisión debía obedecer a que el presidente tenía ya datos que apuntaban al terrorismo islamista. No creemos que éste fuera el caso [tampoco lo creyó el representante del PSOE en la Comisión, Álvaro Cuesta: "(...) aunque no se citara a ETA, es cierto que Ud. se refería a ETA" (...)]. No obstante, sus manifestaciones parecen encerrar un mensaje que todavía no se ha desencriptado:
Estamos del lado de la Constitución. [...] Es también el gran acuerdo sobre nuestro régimen político y es la expresión de nuestra España unida y plural. No vamos a cambiar de régimen ni porque los terroristas maten ni para que dejen de matar. Por eso les digo a todos los españoles que no debemos aspirar a nada que no sea la completa derrota del terrorismo, la derrota completa y total. Sin rendición ni condiciones de ninguna clase. No hay negociación posible ni deseable con estos asesinos que tantas veces han sembrado la muerte por toda la geografía de España. [...] Somos una gran nación, somos una gran nación cuya soberanía reside en todos los españoles. Quien decide es el pueblo español, y nunca permitiremos, no vamos a permitir nunca, que una minoría de fanáticos nos imponga nuestras decisiones sobre nuestro futuro.
¿A quién se está dirigiendo Aznar? ¿Son normales esas referencias –justo después de un atentado tan brutal– a una eventual "negociación" con los asesinos, o a la posibilidad de que se coarte la capacidad soberana del pueblo español? No lo parece.
La impresión es que Aznar está respondiendo a alguien que le estuviera lanzando un reto de gran calado. Es llamativa, también, la identidad temática entre las manifestaciones tempranas de Carod-Rovira, Jonan Fernández y la Gran Soflama de Iñaki Gabilondo con el discurso de Aznar, escasas horas después. El contenido de los mensajes que se lanzaron por la mañana en la SER propugnaba una negociación con ETA y la apertura de un ambicioso y radical proceso político que diera satisfacción a las demandas hasta entonces inatendidas de los separatistas. Es el "Tiempo Nuevo" que reclamaba Gabilondo que encaja perfectamente con el "cambio de régimen" al que se refiere Aznar.
¿Podrían tener alguna relación estas referencias? ¿Se le estaba haciendo al presidente algún tipo de oferta o pacto en el que la negociación "política" con ETA fuera una de las condiciones ineludibles? No lo sabemos pero si fue así, Aznar, desde luego, no cedió.
No deja de ser llamativo que a partir de ese momento empezaran a ocurrir todas las cosas "nuevas" que fueron cambiando la faz y el sentido de los atentados, en esa metamorfosis de las montañas cercanas a los desiertos lejanos, o, si se prefiere, de la chapela al turbante.
¿Destapó Aznar la caja de los truenos por su tozudez y obstinación en mantener firmemente los principios del Estado de Derecho y su determinación en no transigir con el terror? Éste es uno de los mayores enigmas del 11-M.
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El mejor testigo, el juez
En su sentencia, los jueces del tribunal dejaron patente que lo de la mochila o bolsa de Vallecas para ellos era un asunto clarísimo:
El Tribunal no tiene duda razonable alguna sobre la autenticidad de la bolsa de deportes conteniendo un artilugio explosivo, que fue desactivada en la madrugada del día 12 de Marzo en el parque Azorín de Madrid, ni de su procedencia: la estación de El Pozo.
Veamos cómo fundamenta su convicción. Hasta la redacción de la sentencia, los hechos conocidos eran que en el tren nº 21.435 de la estación de El Pozo explotaron dos bombas en los vagones 4 y 5, y que el policía municipal nº 7.801-3 encontró en el piso de abajo del vagón nº 3 una mochila "trampa", o "señuelo", la cual fue neutralizada por los Tedax en el andén de la estación. Es decir, tres bombas. Sin embargo en los hechos probados se dice: "Otras cuatro bolsas o mochilas con explosivos fueron colocadas en el tren 21.435".
¿De dónde sacan la cuarta? Así lo explican: "Dos [de las cuatro bolsas colocadas], puestas en el piso superior de los vagones cuatro y cinco, explosionaron a las 7:38 h. en la estación de El Pozo. Las otras dos, dejadas en los pisos inferiores de los vagones segundo y tercero, no llegaron a explosionar, siendo una neutralizada en la estación y la otra desactivada en el parque Azorín de Vallecas por los especialistas de explosivos de la policía" (...). Es decir, que el tribunal manifiesta que la mochila de Vallecas estaba en el vagón nº 2, y además en el piso inferior, igual que lo que vio el municipal en el vagón nº 3.
¿Y cómo así?, nos preguntamos. ¿Quién la descubrió? ¿Quién la vio debajo del asiento del vagón nº 2? ¿Quién la sacó al andén? ¿Quién la abrió para saber que era la mochila de Vallecas, extremo sin el cual nos parece imposible la identificación? Hemos mirado de arriba abajo en las 721 páginas de la sentencia pero no hemos encontrado la menor referencia que dé cuenta de ninguna de esas incógnitas. Alguien se preguntará: ¿pero cómo es posible? ¿Las sentencias no tienen que estar motivadas? Y así es, pero el motivo, en este caso, no ha dejado ni rastro de su existencia.
Cegada la vía de la Sentencia, no tenemos más remedio que acudir al juicio oral, al auto de procesamiento del juez instructor o al sumario para encontrar las pistas que nos puedan conducir a resolver el enigma que nos acaba de plantear el Tribunal. Ya sabemos que para Gómez Bermúdez lo que no está en el sumario no existe. Escudriñemos en los 238 tomos y los 93.326 folios de que consta la pieza judicial. ¿Qué encontramos? Nada.
Pidamos ayuda, entonces, al juez instructor. ¿Qué nos dice? Del Olmo recurre a un acto de fe, pero no se pilla los dedos: "El artefacto localizado en la Comisaría del Distrito de Puente de Vallecas, también provenía de este mismo tren [de la estación de El Pozo], y no es posible determinar en qué vagón fue colocado inicialmente". Vayamos entonces a las declaraciones del juicio oral. Ahí deberá haber alguna pista, algún testigo, aunque sea fugaz. Ni rastro. Entonces, ¿qué es lo que ha pasado? Porque, que sepamos, sólo hay testimonios que acrediten que en El Pozo apareció una mochila, una sola, la que se explosionó enfrente del vagón nº 3.
Éste es un episodio que, en un juego de asociaciones y en clave humorística, nos trae a la memoria un pasaje de la célebre poesía de Baltasar del Alcázar "Cena jocosa":
Alegre estoy, vive Dios.
Mas oye un punto sutil:
¿no pusiste allí un candil?
¿Cómo remanecen dos?
Pero son preguntas viles;
ya sé lo que puede ser:
con este negro beber
se acrecientan los candiles.
Pero no. No es este, evidentemente, el caso. ¿Qué nos queda, entonces? Pues, continuando con el tono desinhibido del poeta sevillano, sólo se nos ocurre una solución al enigma: que se trastocaron los papeles, y que el famoso "A buen juez, mejor testigo" del romántico José de Zorrilla se convirtió en el "El mejor testigo, el juez", con resonancias más profundas del Siglo de Oro.
NOTA: Este texto es un extracto de Las cloacas del 11-M, que Ignacio López Bru acaba de publicar en la editorial Sepha.