Zapatero ha decidido cambiar el Pacto contra el Terrorismo por un Pacto con los Terroristas. En el colmo más absoluto de la desfachatez política nos acusa, a quienes nos negamos a secundar ese dialogo con los asesinos, de deslealtad con el Pacto por las Libertades. No hay deslealtad posible. ZP simplemente ha dinamitado ese Pacto contra el Terrorismo. Lo ha destruido porque considera que eso le es ahora más rentable electoralmente y porque así derruye el último puente que le unía al PP. Ante este hecho, nuestra obligación política es seguir combatiendo el terrorismo aún con mayor determinación si cabe. Pero nuestra obligación moral es además denunciar con la máxima contundencia la claudicación a la que el Gobierno quiere conducir a todos los españoles ante los asesinos.
El PSOE es el único partido en la historia democrática de España que ha utilizado el terrorismo para auparse al poder. Lo hizo entre el 11 y el 14 de marzo manipulando de forma inapelable el inmenso dolor de los españoles por los atentados de Madrid. Fue el ejemplo máximo de lo que significa deslealtad a un Gobierno, al que acusó sistemáticamente de mentir y le responsabilizó directamente de esas muertes. Ya en el poder, el PSOE ha seguido utilizando ese atentado para tratar de destruir a la oposición, acusando al PP de imprevisión, de ocultismo y de negligencia.
El mismo presidente que llegó al poder utilizando de esta forma el terrorismo quiere ahora perpetuarse en él gracias a un pacto con los terroristas. Lo socialistas no se conforman sólo con ganar el poder, quieren todo el poder y están dispuestos a pagar cualquier precio por retenerlo. Zapatero cree que un pacto con ETA, que ponga fin a cuatro décadas de terrorismo, es el mejor cartel electoral que puede presentar a las próximas elecciones. Es cierto que sólo un golpe de efecto de esa trascendencia podría salvar de la derrota a un Gobierno que nos conduce implacablemente al abismo. Pero los españoles no podemos asumir el riesgo de que ese pretendido proceso de paz termine en realidad resucitando una ETA hoy moribunda, ni estamos dispuestos a asumir el coste democrático que en todo caso quieren imponernos los terroristas por el mero hecho de dejar de matar.
La no ilegalización del Partido Comunista de las Tierras Vascas ha sido el primer plazo que el Gobierno ha pagado a ETA, como fianza imprescindible para abrir el proceso negociador. Pero en el marco de ese proceso de apaciguamiento, ZP está dispuesto a dar mucho más a los terroristas. En realidad, está dispuesto a darles el Gobierno del País Vasco, poner en riesgo la unidad de España y humillar la dignidad de las victimas para rehabilitar plenamente a los verdugos.
Al servicio de esta ignominia, el PSOE ha vuelto a poner en marcha su eficaz maquina de la calumnia. Acusa al PP de deslealtad en la lucha contra el terrorismo por negarse a seguir al Gobierno en esta suicida aventura. Le reprocha romper el Pacto por las Libertades después de haberse negado seis veces a convocarlo. Le imputa lanzar falsas acusaciones cuando es cada vez más evidente la voluntad del presidente de abrir un proceso de dialogo con los terroristas y cuando resulta cada vez más incontestable la existencia de contactos entre el partido socialista y una organización terrorista como Batasuna.
Ignacio Cosidó es portavoz del PP en la Comisión de Interior