La Asamblea de la Federación de Municipios y Provincias que se celebra este sábado en Madrid era una magnífica ocasión para empezar a reconstruir el necesario consenso que una mayoría de los españoles están pidiendo para hacer frente al creciente desafío nacionalista. Era difícil encontrar para ello mejor candidata que Regina Otaola, la alcaldesa de Lizarza. Nadie como ella representa la salvaguarda de los valores constitucionales, la defensa de los símbolos nacionales y la determinación para hacer frente políticamente a los terroristas y sus cómplices. Sin embargo, el PSOE ha optado una vez más por sacrificarlo todo, empezando por sus principios, para tratar de mantener a Z en La Moncloa.
El PSOE ha convertido la Asamblea de la FEMP en un acto de propaganda electoral. La Asamblea se ha ampliado un día más para que la Vicepresidenta Primera del Gobierno, Maria Teresa Fernández de la Vega, candidata del PSOE al Congreso por Valencia, pueda realizar su primer acto electoral. Todo ello con la firme oposición del Partido Popular, que no quiere ver convertida esta Asamblea en un mitin electoral y que pretende que la FEMP no se convierta en una mera terminal de poder de La Moncloa.
Zapatero pretende además utilizar a la FEMP para consolidar su alianza con la izquierda y los nacionalistas radicales de cara a una próxima Legislatura, en la que ya ni siquiera sueña con una mayoría absoluta. La equiparación ofrecida por el PSOE en la representación institucional de la Federación entre el Partido Popular, vencedor de las elecciones municipales, con Izquierda Unida, es más que un desprecio político un insulto a la inteligencia. Una cosa es que se le niegue la presidencia a quien debería ocuparla como vencedor de las elecciones y otra es que encima se quiera insultar.
Los alcaldes socialistas que avalen con su voto esta nueva maniobra al servicio de Zapatero estarán incurriendo no sólo en un error, sino también en una gran irresponsabilidad. En primer lugar, usurpando la presidencia al partido que venció democráticamente en las urnas. En segundo término, consolidando una alianza con los nacionalistas que resulta letal para la propia supervivencia de nuestra Nación y de nuestro Estado. Por último, estarán poniendo los intereses de Zapatero por encima de los intereses de sus propios municipios.
La Asamblea servirá además para defenestrar al actual presidente socialista, el alcalde de Palencia, Heliodoro Gallego, y sumar así una nueva víctima a la cada vez más larga lista de cadáveres políticos que Zapatero va almacenando en su particular armario de La Moncloa. El caso más sangrante de esta ya larga lista fue Pasqual Maragall, quien después de ayudar decisivamente a Zapatero para encumbrarse dentro del PSOE y de abrirle después la puerta de La Moncloa con el tripartito, pagó sus servicios con su defenestración de la presidencia de la Generalidad catalana. Mucho antes fue sacrificado Nicolás Redondo como Secretario General de los socialistas vascos, al que tuvieron que eliminar para poder poner en marcha el fallido proceso de negociación con ETA. Posteriormente fue el madrileño Rafael Simancas quien fue inmolado como cabeza de turco por la derrota del PSOE en las últimas elecciones municipales en toda España. Aquel que osa resistirse al sacrificio, caso del líder socialista valenciano Ignasi Pla, es eliminado de la escena política por Blanco utilizando prácticas más propias de una organización mafiosa.
Ahora les ha tocado a los socialistas castellanos y leoneses. Porque la caída de Heliodoro Gallego de la presidencia de la Federación Española de Municipios y Provincias es, en realidad, un serio varapalo para el conjunto del PSOE en Castilla y León. Tras su histórica derrota en las últimas elecciones autonómicas, con un líder provisional que no encuentra sustituto y con una afiliación cada vez más desconcertada y desanimada, el golpe recibido ahora no puede resultar más demoledor. Todo en aras de resucitar a una Federación Madrileña que atraviesa también sus horas más bajas.
La Asamblea de la FEMP demuestra que el único objetivo político en este momento tiene Rodríguez Zapatero es mantener el poder como sea, caiga quien caiga y a cualquier precio. Todo está supeditado a ese supremo fin. Pero los alcaldes socialistas deberían entender que la alianza con nacionalistas e izquierda radical que ellos van a apuntalar con sus votos terminará resultando destructiva no sólo para el PSOE, sino para el conjunto de España. Y deberían saber, además, que no por doblegarse dócilmente a esa estrategia tienen garantiza en absoluto su supervivencia política personal, sino más bien lo contrario. Los ediles del PSOE pierden así una oportunidad histórica para empezar a regenerar la Nación desde el municipalismo a través de un gran acuerdo entre las dos grandes fuerzas políticas que representan a esa inmensa mayoría de los españoles que siguen creyendo en España. Con Regina Otaola a la cabeza.